viernes, 12 de abril de 2013

Zafiro 4


Tal como lo habíamos planeado esperé hasta el jueves para llamarla y pedirle que nos encontráramos en el parque de los deseos, ella aceptó sin vacilar. Yo en cambio estaba muy ansiosa, Santi había accedido a darme el día libre no sin antes recordarme que a su boda debía asistir con una novia de mi mano. Richard por su parte me aseguró que estaría allí sin falta, eso si, que no intentara buscarlo, Zafiro no debía enterarse de su presencia.
Debía poner en orden mis ideas, aceptaría que Zafiro me hiciera los estudios que quisiera, pero primero debía conocer la naturaleza de dichos exámenes, dónde, cuándo y quién me los realizaría, y por supuesto, aquello no sería gratuito, si yo iba a ser su rata de laboratorio debía fijar el precio, asunto que me era muy importante puesto que con lo que estaba ganando en el bar a duras penas me alcanzaba para el alquiler y la deuda con el banco por el costo de mi matrícula, así que un dinero extra me daría un enorme respiro y de paso me quitaría el estrés por unos cuantos meses. Satisfecha de mis propias conclusiones me dirigí al baño a darme una buena ducha, solo entonces reparé en que no había pensado siquiera en qué ponerme, decidí que no tenía importancia y me dispuse a disfrutar de la agradable sensación del agua fría sobre mi cuerpo. Al terminar abrí el ropero y me puse lo más cómodo que encontré, un jersey a rayas azul y blanco, jeans de color gris oscuro y mis tenis favoritos, ya casi al salir me percaté de que hacía frío así que tomé la chaqueta impermeable como precaución y salí de mi casa, tomé el metro y me bajé en la estación universidad, bajé las gradas y me senté en el lugar donde habíamos quedado de encontrarnos, esperé. Faltaban diez minutos para las seis de la tarde.
Llevaba tan solo cinco minutos esperando y entonces noté que la gente a mi alrededor comenzó a moverse incómoda, una pareja que estaba allí con su hijo pequeño se fueron apresuradamente hacia el otro extremo del parque, los vendedores de dulces desaparecieron, el grupo de muchachos en sus bicicletas tomaron rumbo al jardín botánico, y la pareja de novios que se estaba haciendo arrumacos miraron a todos lados como si los hubieran pillado haciendo algo indecente, con sigilo se levantaron y buscaron otro rincón más apartado bajo los árboles, todo aquello a la vez, lo que me hizo intuir que zafiro estaba muy cerca, quizá a menos de tres metros de mí, y tenía razón, al levantarme y dar la vuelta estaba ella, a solo dos pasos de mí, ¿cómo llegó, por dónde? ¿Estaba allí y no la vi al llegar? Luego de ese pequeño segundo de confusión la observé, quedé helada, no recordaba con lujo de detalles lo hermosa que era.
Vestía una gabardina gris claro, pantalón negro muy ajustado y unas sandalias de cuero con un elaborado trenzado, tan delicado que parecía filigrana sobre sus pies, llevaba el cabello suelto como las otras veces, dos hermosas gotas transparentes engastadas en oro colgaban de sus orejas, sus ojos me miraban con serenidad y dulzura a la vez, como esperando mi reacción, analizando cada uno de mis gestos y mis miradas, la luz fría del atardecer le daba una atmósfera onírica a aquel instante, entonces respiré, sostuve su mirada y sin querer, mis labios esbozaron una sonrisa, ella me sonrió, el momento de suspenso había pasado. Fue ella quien rompió el silencio
-hola Lisa
-hola, respondí.
Solo hasta ese momento tuve conciencia de lo nerviosa que estaba, mis manos estaban frías y mi corazón parecía querer salirse de mi pecho, ella en cambio no daba signo de la menor ansiedad, como si desde el primer instante hubiera estado convencida de que yo no me negaría a su petición, traté de calmarme, es solo una jovencita loca, pensé para serenarme, una hermosa jovencita.
-Parece que estás algo nerviosa Lisa, quizá un mes siguiéndote habrá disuelto tu protección y al fin saldrás huyendo como todos los demás
-Te equivocas, no siento el más mínimo temor en este momento
-entonces dime ¿por qué tu corazón late a un ritmo acelerado y tus glándulas sudoríparas han entrado en acción?
-esos no siempre son signos de temor, hay otras emociones que los provocan, además, cómo puedes saberlo, ¿tienes visión de rayos x o qué?
-Tal vez
-Claro, no podría ser de otra forma, dije poniendo los ojos en blanco.
-Sé que no me crees, y sé que solo viniste para asegurarte de que no eres tú la que tienes alucinaciones, tu amigo está muy atento allí sentado -y señaló hacia un grupo de personas en un puesto de hamburguesas- ya me ha visto y está muy pendiente de nosotras. Sé que crees que no estoy en pleno uso de mis facultades mentales y que pretendes dar con mis padres para pedirles que me pongan bajo vigilancia. No te preocupes, ni pongas esa cara de asombro, te entiendo perfectamente, tienes todos los motivos para desconfiar de mi, después todo, la manera como te abordé no fue la mejor, debí haberme ganado tu confianza antes de revelarte todas esas cosas, pero sucede que en tanto tiempo lo que me ha quedado claro es que la vida humana es muy frágil y efímera, en solo un segundo las personas dejan de existir, y no podía arriesgarme a eso contigo.
Mi cara de terror debió alertarla, porque enseguida me dijo para serenarme
-No, no es mi intención asustarte, ni siquiera insinúo que estés en peligro de muerte, solo que estoy un poco impaciente, pues al fin cuando había perdido toda esperanza, encuentro una persona a la que puedo acercarme sin que mi presencia le afecte severamente y tema por su vida.
-si claro, fue lo que dije por toda respuesta, aquello estaba resultando cada vez más confuso.
Respiré hondo y levanté mis ojos para ver las nubes iluminadas por los últimos rayos de sol. Volví a posar mi mirada en ella, cómo era posible todo lo que me había dicho, cómo sabía los planes que había elaborado con Richard para investigarla, pero sobre todo, cómo pretendía que me creyera esa historia absurda que me había contado sobre afectar cerebros y vivir casi que eternamente. Nada de eso tenía sentido, pero decidí seguirle el juego a ver hasta dónde llegaban sus locuras, la miré con amabilidad y la invité a sentarse junto a mí en el banco de cemento.
-Zafiro, debe existir una explicación lógica a todo lo que sucede contigo, tal vez no sea yo la única excepción, sabes, somos más de siete mil millones de habitantes en este planeta, estoy segura que habrá muchos otros como tú y como yo, quizá sea algún síndrome raro, pero no único
-¡Como quisiera que fuera verdad lo que dices!
Y en su mirada supe que aquella expresión fue totalmente sincera, allí había súplica, cansancio, un poco de tristeza,  y entonces vi en sus ojos la mirada de una anciana que se ha hastiado de ver la vida una y otra vez, como si aquel rostro tan fresco y juvenil hubiese visto pasar siglos y siglos de tiempo. Si, quizá en todo lo que me había contado Zafiro en la sala de mi casa habría algo de verdad, quizá la había juzgado demasiado pronto sin detenerme a escucharla verdaderamente, pero mi pensamiento racional me hacía dudar, aunque sabía perfectamente que mi corazón soñador ya había creído su historia.
-Dime Lisa, ¿has considerado mi petición?
-Si, lo he pensado
-¿Y bien?
-tengo algunas condiciones a cambio de aceptar tu propuesta
Sus ojos brillaron de entusiasmo y curiosidad, su gesto me hizo pensar que tenía ante mí una dulce niña de diez años, aquellos cambios de vértigo en sus gestos comenzaban a marearme, frente a quién estaba al fin ¿El peso de la sabiduría senil o el candor de la niñez? Tal vez frente a la más armoniosa mezcla entre ambas.
-soy toda oídos
-En primer lugar, quiero saber exactamente a qué tipo de exámenes debo someterme y qué especialista, en qué centro médico se llevarán a cabo
-continúa por favor, responderé cada pregunta cuando las hayas formulado todas.
-cuándo empezarán, cuánto tiempo durarán, y…
-¿Y…?
-No será gratuito
-ok, responderé en orden, el examen te lo haré yo, el lugar será mi casa y solo necesito 24 horas de tu tiempo, tú me dirás la fecha en que se podrá hacer, y por supuesto, te recompensaré, no te preocupes por eso.
-no has respondido mi primera pregunta, ¿qué tipo de examen es?
-Bien. Es solo una hipótesis que tengo, sabes que cuando un ser humano está en peligro su organismo segrega adrenalina, lo que le permite reaccionar y ponerse a salvo o defenderse, pues bien, quiero analizar la composición química de tu adrenalina, quizá en ella encuentre el antídoto a mi maldición
-¿Pero eres médico? ¿Cómo pretendes hacerme ese tipo de examen? ¿Y en tu casa? ¿Tienes un laboratorio privado o algo por el estilo?
-Si, soy médico, o algo muy similar, y el laboratorio ya lo verás con tus propios ojos. Entonces, ¿qué dices?
Ella me miraba con una sonrisa pícara en sus ojos, sabía perfectamente que mis preguntas eran simple curiosidad, yo ya había aceptado, solo faltaba que lo dijera, sonaba muy tentador pasar 24 horas en compañía de esta belleza, horas que no desaprovecharía para tratar de conocerla en un plano más personal, Zafiro no solo me gustaba por su belleza, había algo en ella que me atraía poderosamente, y precisamente ése era el motivo que me hacía actuar tan fríamente y a la defensiva, pero ya mi resistencia estaba colapsando vertiginosamente.
-Bien Zafiro, acepto, pero déjame organizar mis actividades, y creo que el próximo fin de semana tendrás tus 24 horas a solas conmigo.
-Oh, qué amable Lisa, te lo agradezco verdaderamente
-ya tendrás la oportunidad de agradecer, solo he dicho que si, pero por ahora déjame invitarte, ¿qué te parece si vamos a cenar?
-oh no, de eso nada, yo invito, ven conmigo
Y antes de que pudiera reaccionar me tomó de la mano y me llevó consigo, una vez más pude constatar la suave electricidad que me recorrió entera al sentir el tacto de su mano, su suavidad y firmeza me hicieron caminar junto a ella como hipnotizada, al fin logré articular unas palabras
-ok, tú ganas, pero ¿A dónde me llevas?
-a mi auto, ¿cómo crees que vine?
-bien, y no provocarás un aparatoso choque, ya sabes, por lo que causas con tu mente
-No, no en mi auto, es… especial
De ninguna manera estaba preparada para lo que vi, un flamante automóvil, no podía identificarlo, su diseño y color eran de otro mundo, parecía sacado de una película futurista. En lugar de pintura yo diría que tenía piel, si, una piel como la de un pétalo de la flor de loto, no pude resistirme y lo toqué, efectivamente, al tacto parecía estar tocando una flor en vez de un auto. Me quedé inmóvil, no salía de mi asombro hasta que Zafiro suavemente me tocó en el hombro y me invitó a entrar. Ni qué decir del interior, una nave totalmente futurista, me acomodé en el único asiento libre, pues no había espacio para más, la misma silla me rodeó suavemente en un abrazo, entendí que aquello era el sistema de seguridad, una seguridad acompañada de confort, nada que ver con los cinturones de los autos ordinarios. Zafiro no dejaba de observarme atentamente, como si disfrutara de cada reacción, tímidamente le pregunté
-muy bien señorita, ahora me tienes enteramente a tu disposición, ¿a dónde me llevarás?
-Espero que te guste la comida vegetariana
Y diciendo esto salimos del aparcadero con rumbo desconocido para mí. El auto parecía flotar por la carretera, totalmente silencioso y veloz, estaba fascinada por la velocidad, el viaje era todo un placer a bordo de esa máquina del futuro, miles de preguntas se agolpaban en mi cabeza, pero no quería malgastar ese viaje tan placentero con impertinencias, esperaba tener mucho tiempo para conocer a esta enigmática mujer, así lo deseaba de todo corazón, por tanto el viaje transcurrió en silencio, me di cuenta que salíamos de la ciudad y tomábamos una ruta campestre entre los municipios de Guarne y Marinilla, despejé mi mente y me dispuse simplemente a disfrutar de cada momento, aquella noche ya era una experiencia única.

Escrito por Lis... Todos los derechos reservados.

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