viernes, 31 de enero de 2014

Zafiro 10

-Pasado el primer momento de alegría mi madre quiso comprender, entonces le conté lo que me había sucedido aquella noche al caer en el estanque, ella me reclamó por haberle ocultado algo tan importante, pero yo no lo veía así, no le di mucha trascendencia a la aparición de la anciana, estaba más centrada en encontrar la manera de salir del agua que en las enigmáticas palabras de aquella aparición, sin embargo hasta el día de mi décimo octavo cumpleaños supe que había subestimado el oráculo.
Como no terminaba de convencerla tuve que levarla a mi tumba, entramos en ella y le mostré las flores y mortajas conque me habían sepultado y le pedí que fuera ella quien me pusiera su collar, estábamos en la entrada de la tumba discutiendo la mejor manera de decírselo al resto de la familia cuando llegaron mis hermanos en busca de mi madre, pero ellos en cuanto estuvieron cerca huyeron despavoridos, reacción que creí que se debía al ver mi nuevo aspecto, mi madre me pidió que me quedara en la cueva-sepulcro y corrió tras ellos.
Contra toda mi voluntad le obedecí a mi madre y me senté en las piedras que momentos antes había derrumbado al salir, pues nada quería más que volver a casa, pero entonces fue cuando pude comprobar el alcance de mis sentidos, no hubo árbol, roca o montaña que me impidiera ver a mi madre, la seguí con mis ojos hasta que entró a casa, no solo la veía, estaba tan concentrada en ella que todos mis sentidos la percibían como si yo corriera junto a ella, podía escucharlo todo, sus pisadas, el latido de su corazón, percibir su aroma y saborear el aire a su alrededor y todo con la misma facilidad con la que tú estás respirando en este instante.

-oh…

Se me escapó un suspiro de asombro

-esto es…

-sí lo sé, es abrumador, de ser casi ciega toda mi vida a pasar a ver y percibirlo todo es… indescriptible, pero en ese momento ni siquiera me percaté de ello, estaba totalmente concentrada en el más mínimo movimiento de mi madre

-¿cómo que casi ciega?

-dime Lisa ¿has visto un albino en persona?, la despigmentación ocular hace que sean extremadamente sensibles a la luz, claro que en mi caso el hecho de estar siempre bajo techo me favoreció mucho

-sí, tienes razón, es que no había caído en cuenta de ese detalle, de todas maneras déjame decir que es impresionante, tienes los sentidos súper desarrollados, ¿qué tan lejos puedes llegar a ver?

-luego entramos en esos detalles, por ahora te sigo contando lo que pasó aquella mañana ¿de acuerdo?

-sí, claro, perdona mi impertinente curiosidad, continúa por favor

-gracias a mis nuevas habilidades supe lo que pasaba en casa en cuanto llegó mamá, pues mis hermanos estaban sumamente confundidos y mi padre no sabía a cuál de ellos escuchar primero

-¡Por Todos los dioses Siri!! ¿Por qué no llegabas? Todos hablan al mismo tiempo y no entiendo nada de lo que dicen

-Cálmate Orn, querido, vengan todos ya, ¡Silencio!, Anneke pequeña, podrías preparar un poco de hidromiel, creo que eso es lo que mis muchachos necesitan para calmarse

Todos obedecieron a mi madre y se sentaron junto al fuego, entonces mamá les habló

-La noche en que nuestra amada Skadi nació, fue una de las noches más frías que hayamos tenido, la diosa había soltado sus lobos del viento y aullaban sin cesar intentando destrozar nuestra tienda y dejando una gruesa capa blanca a su paso, era imposible poner un pie afuera, era el solsticio de invierno, fue entonces que me llegaron los dolores de parto mientras Orn y yo quemábamos ofrendas para aplacar a la diosa, así fue que al inclinarme de dolor nació la última de sus hermanas, tan blanca como la nieve que caía aquella noche en medio del viento rugiente.
Orn y yo temblamos de terror, la diosa del invierno había puesto su dedo en mis entrañas, es por eso que en lugar de seguir la costumbre de la tribu y abandonar el bebé imperfecto al frío de la noche, vuestro padre Orn levantándola en sus brazos la puso sobre las ofrendas y la llamó con el nombre de la diosa, solo entonces el viento cesó sus rugidos y la tormenta se aplacó.
La mantuvimos oculta para protegerla, como todos bien lo sabemos, pero hace tres días, como en el día de su nacimiento los dioses nos la arrebataron dejando nuestros corazones desolados y las lágrimas cubriéndonos el rostro. Qué dulce y hermosa era nuestra Skadi, tan blanca como la nieve y tan alegre como los primeros rayos de sol en la mañana, todos nosotros nos alegramos con su amor, nos hicimos fuertes con su presencia, o dime Orn, ¿alguna vez desde su nacimiento volvió a quebrarse tu lanza en el combate? O ¿cruzaron las hachas enemigas tu armadura?

-¡Nunca mujer!

-y cuando vosotros hijos míos os hicisteis guerreros, ¿hubo un enemigo lo suficientemente fuerte que no cayera derrotado bajo el ímpetu de vuestros brazos?

-¡Nunca madre!

-Y vosotras hijas mías, ¿no estáis las dos casadas con los más nobles hijos de la tribu?

-Sí madre

-¿y todos creéis de veras que tanta ventura en nuestra casa se debe solo a la sangre en nuestras venas?

Todos ante la pregunta callaron, mi madre prosiguió

-Sí, es cierto que somos descendientes de nobles guerreros y sabias madres, pero teníamos en casa a Skadi, la diosa del invierno, noble guerrera entre los dioses, era su mano quien os guiaba en el combate y su gracia la que cubría nuestra tienda, por eso siempre regresasteis ilesos de la guerra, con abundante caza en vuestras manos, por eso os hicisteis hermosas, las más bellas hijas de la tribu, de fuertes piernas y fecundos vientres, por eso hemos ganado el respeto de todos y nos miran con reverentes al pasar.
¡Si Orn no es el jefe de la tribu es porque no existe ambición en su corazón! Cinco veces ha rechazado el escudo dorado, pero estoy segura que ante el más pequeño de sus gestos todos estarán a sus pies rindiéndole obediencia
Sí, ha sido ella, ¡Skadi vuestra amada hermana! Hemos tenido en casa a una diosa y ahora ha regresado a su esencia original, su piel es azul como el más puro hielo de los mares, su cabello violeta como las luces del norte, y sus ojos como el cielo del invierno.
Ella me lo ha dicho, hace tres años vino Idunn a visitarla para anunciarle su regreso al mundo de los dioses y devolverle el esplendor de su belleza, eso hijos míos es lo que habéis visto esta mañana en el sepulcro, a la diosa Skadi, quien era hasta hace tres días vuestra hermana, en su forma original

Tal como tú lo estás ahora, me quedé muda de asombro, mi madre a causa de mi nuevo aspecto ahora creía que yo había sido siempre una diosa, mis hermanos y mi padre estaban atónitos por las palabras que mi madre acababa de pronunciar, y comenzaron a discutir la mejor manera de desagraviarme, pues estaban apenados de haber tenido en casa a una diosa y creían que mis labores domésticas habían sido una humillación para mí, así como la manera en que me habían sepultado. Supe que ese era mi momento de intervenir y detener semejante locura, no podía tolerar que mis amados padres se humillaran ante mí.
Por fortuna mis nuevas piernas me permitieron ser mucho más veloz que el viento, así que en el mismo momento que  tomé la decisión estaba en medio de ellos en la sala de mi casa, entré sin ser vista por la puerta secreta que tenía para mis necesidades, y ese fue otro error, pues creyeron que me había aparecido en medio de ellos, por supuesto, la única que no sintió terror era mi madre, todos retrocedieron aterrorizados, yo no sabía lo que ahora, es por eso que estaba convencida de que su reacción se debía solo a mi nuevo aspecto.

Así que me arrodillé frente a mi madre

-han sido bellas tus palabras madre, pero soy Skadi, tu hija, no la diosa, debes entenderlo

Luego me giré hacia mis hermanos y les conté todo lo que había sucedido, desde la noche en el lago hasta ese momento, quería que entendieran que yo seguía siendo la pequeña de la familia. Anneke era la más cercana a mí, así que fue ella quien habló cuando terminé de contarles todo

-Si eres tú, mi pequeña hermana, ¿por qué siento tanto miedo?

-solo estás asustada porque ahora mi piel es mucho más extraña que antes, pero sigo siendo tu hermanita


-¡No es cierto! Mi madre ha dicho la verdad, si fueras una de nosotros no experimentaríamos tanto terror en tu presencia

Mi hermano mayor tomó la palabra

-si no eres la diosa, entonces ¿quién nos ha defendido en el combate, quién ha dado belleza a mis hermanas y honor a toda la familia?

-Sin duda somos amados por los dioses, pero te juro amado Rolf que yo no he tenido nada que ver

-¡Te lo suplico soberana Skadi, no me mates!

-Rompes mi corazón hermano mío, mi amado Steti, ¡Jamás te haría daño!, ustedes son mi familia, padre mío, mis hermanos, ¿una diosa se arrodillaría y lloraría ante ustedes como lo hago yo?

El frenético latir de sus corazones y el olor de la adrenalina que emanaba de sus poros me alertó de que en verdad ellos se encontraban en peligro junto a mí, pero no quería irme de casa dejándolos en ese estado, oportunamente mi intuición vino en mi ayuda y les pedí que se sentaran junto a la pared del fondo, afortunadamente mi padre había construido una muy amplia sala, pensada para las reuniones de los guerreros y para celebrar las victorias, si bien mi padre no era el jefe, era el segundo hombre más respetado y querido por todos como había dicho mi madre, así que yo me puse en pie en la pared opuesta junto a la puerta de entrada, habían justo cinco metros y veinte centímetros entre nosotros, esos veinte centímetros fueron suficientes para que yo no les afectara y todos se calmaron

-Ya que todos se calmaron necesito que me crean, lo que les he dicho es la verdad, no soy una diosa y no necesito ofrendas de desagravio, he sido plenamente feliz con cada pequeño servicio que he podido hacer, ha sido un honor y no una humillación como han creído

-¿Pero cómo sabes lo que hemos dicho si no estabas aquí?

-Argus, hermano, los he escuchado todo el tiempo, ¿no me han entendido? Ahora puedo oírlo Todo

-Eso sólo pueden hacerlo los dioses- intervino Ryden

-no sé por qué puedo hacerlo, pero lo hago, ahora necesito que me escuchen, no quiero que vayan por ahí contando historias absurdas, entiendo que ya no pueda seguir viviendo bajo este techo, pero sigo siendo vuestra hermana y vuestra hija, padres míos

-Oh Divina Skadi, qué grande es tu nobleza

-No madre, por favor, no me llames divina, ¡soy tu hija!

-Tantos años entre nosotros ha turbado tu mente

-¡Madre! ¿Son acaso los dioses olvidadizos como los mortales? ¿Podría una diosa olvidarse de quién es?

-Tus atributos son los propios de una diosa

-¡Pero no lo soy! Además no ha sido la divina Skadi sino Idunn quién me ha hecho esto, que es más un castigo que una bendición.

-¡Por qué te sigues negando! ¡Acéptalo de una vez y dinos qué es lo que quieres de nosotros!- dijo mi hermana menor

-Anneke, ¿en realidad lo crees?

-Es más que evidente, así que no llores más que me partes el corazón- suplicó mi hermana Sanna, la mayor de las mujeres

-sigo siendo tu pequeña

-todos te amamos

-yo también los amo

-Solo dinos qué quieres de nosotros

- ¿No se supone que son los mortales quienes piden a los dioses sus favores? Y están esperando que yo les pida algo ¿No es eso suficiente para convencerlos de que no soy una de ellos? Padre mío ¿no dices nada?

-Mi pequeña, ¡mi copo de nieve! Tu madre ha sido tan convincente, como ella lo ha dicho, todas las señales desde tu nacimiento hasta hoy están a favor de tu divinidad, pero tus palabras son las propias de mi hija, no sé qué pensar, debes entender nuestra confusión, inspiraste terror entre nosotros cuando antes eras solo dulzura, y tu porte ahora es majestuoso, pero suplicas y lloras ante nosotros, dinos tú qué haremos ahora que ya no podemos abrazarte

-¡oh padre! No llores

Entones se levantó mi madre y llenó los vasos de todos con hidromiel, llenó también mi vaso y me lo ofreció, todos pudieron notar que ella se acercó a mi sin la más pequeña muestra de turbación, pero bebimos en silencio, al fin Stein el segundo de mis hermanos habló

-Muy bien pequeña Skadi, lamento haberte suplicado por mi vida, pero me tenías aterrado, sigues siendo mi pequeña y dulce hermana. Hemos mantenido oculta tu existencia, es por eso que adujimos nuestra permanencia aquí por la enfermedad de nuestra madre, pero sin duda los ojos vigilantes de las tiendas vecinas se habrán dedo cuenta de los gritos y la confusión de esta mañana cuando regresamos de tu tumba, muchos verían salir a mi madre del bosque para entrar en casa y no cesarán las habladurías hasta que lo hayan averiguado todo, así que no creo que seguirte ocultando sea una opción

Todos se alteraron al oírlo y comenzaron a decir sus propias opiniones, pero él supo callarlos para que escucharan su plan

-Aunque nos hayas convencido de que sigues siendo humana, no lo serás para nadie que te vea, así que mi plan es decirles a todos que la divina Skadi curó a nuestra madre y organicemos esta noche una fiesta en tu honor, tu saldrás de casa del brazo de nuestra madre a la vista de todos y hablarás en favor de la tribu ofreciendo la protección de la diosa

-pero…

-Escúchame hermana, solo así se cerrarán las bocas imprudentes y el honor de la familia será restituido, pues llevamos dos días comportándonos como dementes, haciendo luto por alguien que para ellos no existe

Entonces habló Ryden, el tercero de los varones

-Eso sería un terrible engaño hermano, si resulta que es verdad que ella no es la diosa y promete a la tribu paz y bienestar, la auténtica diosa podría hacer caer sobre nuestro pueblo la desgracia, nunca es bueno jugar con los dioses

Habló Argus, el menor

-estoy sumamente confundido, el plan de mi hermano me parece excelente, pero tus palabras Ryden no dejan de ser razonables, aun así, si mi hermana Skadi dice la verdad, y según la profecía nada puede dañarla, no estaría hablando en vano al ofrecer su protección a la tribu, ¿quién mejor que ella con su aterrador aspecto podría alejar a los enemigos?

Entonces intervino Rolf, el mayor

-No estamos seguros hermano de que nada pueda dañarla

-Argus pequeño, tienes tu arco y tus flechas

-Así es divina Skadi, dijo guiñándome un ojo, dándome a entender de que estaba en sintonía conmigo

-Nunca has fallado al blanco, no falles ahora

-No lo haré pequeña

Pero mi hermana mayor gritó de espanto

-Cómo osas dirigir tus flechas contra tu propia hermana

-No te preocupes Sanna, no me hará daño

Así que le indiqué a mi hermano que disparara justo en mi corazón, y así lo hizo, la flecha me rompió el vestido pero se hizo polvo en cuanto tocó mi piel y todos quedaron asombrados. Yo tampoco estaba segura de lo que sucedería, pero en ese momento necesitaba creer en la profecía. Argus disparó dos flechas más pero esta vez dirigidas a mi frente y ocurrió lo mismo. El plan de Steti era por tanto muy oportuno, porque como él había dicho, muchos rondaban la casa para intentar averiguar lo que sucedía dentro después del alboroto que habían armado esa mañana al llegar del bosque y dejar en evidencia la salud de mi madre al verla llegar corriendo tras ellos.
De esa manera se hizo tal y como mi hermano había dicho, esa misma tarde justo después del mediodía, mi padre reunió al jefe y los ancianos, les contó la milagrosa curación de mi madre y la aparición de la “divina” Skadi en el bosque y cómo sus hijos habían venido apresurados a preparar una fiesta en honor de la diosa del invierno, así que se haría un banquete y ofrendas a la “diosa” bajo el gran pino que estaba justo en el centro del pueblo.
Nadie faltó a la celebración, con mi velocidad esa tarde me aseguré de que hubiera suficiente carne para todos dando caza a cinco enormes alces, al atardecer salí de mi casa del brazo de mi madre y todos quedaron estupefactos, a medida que yo pasaba en medio de ellos quedaban aterrorizados, pero no huyeron sino que se postraron, creyendo estar en presencia de una verdadera diosa, y como Argus había dicho, no hice promesas en vano.
Mi madre se convirtió en mi “sacerdotisa” pues era la única que no me temía y podía acercarse a mí, pero les hice jurar a mi familia que ellos no podrían tratarme de “divina” y así lo hicieron, me trataron como siempre lo habían hecho, solo que sin poder acercarse tanto como queríamos. Protegí la tribu alejando a los enemigos hasta la muerte del último de mis hermanos, entonces me alejé de allí pues ya habían pasado más de 70 años y yo seguía siendo joven, así que al final toda mi familia murió convencida de mi divinidad, pues no tenía cómo explicarles mi eterna juventud.

-Así que yo no estaba tan lejos de la verdad al llamarte diosa

-jajaja, ¡no lo soy!

-¡y tienes el descaro de seguirlo negando!

-Ay Lisa, tardé más de 100 años en descubrir el cerco de terror, como yo llamé a lo que causaba en los humanos, y en entender la última frase de la profecía “Idunn es la diosa de los bosques y ése será tu lugar para siempre” Idunn es la diosa que según nuestras antiguas leyendas le otorgaba a los dioses la eterna juventud dándoles a comer las manzanas que ella custodiaba en una caja que siempre mantenía en su regazo, poemas muy antiguos de nuestra tribu que no lograron conservarse decían que Idunn era descendiente de los elfos, una raza de dioses menores, pero ella había nacido bajo un manzano silvestre a la luz de la estrella del norte, es por eso que se conservó siempre joven e infinitamente hermosa y tenía la habilidad de transmitir sus bondades a las plantas con solo tocarlas, por tanto era la guardiana de los bosques y la diosa de las curanderas.
Según una leyenda que solo conocían mis abuelas y que habían transmitido celosa pero secretamente de madres a hijas, mi madre descendía de una de las supuestas hijas desconocidas de esta diosa, quien presuntamente había recibido la sabiduría de las plantas y la había transmitido a sus hijas, es por eso que abandoné mi nombre natal y tomé el nombre de la piedra de mi madre, tenía más sentido que la absurda historia de ser la diosa del invierno que mi madre había contado.

-me gusta Skadi, pero tienes razón, Zafiro te queda mucho mejor, combina con tus ojos

-jajaja muy graciosa

-bueno, pero entonces en los bosques estaba la clave, ¿no es así? Allí encontraron la piedra, allí te extraviaste, algo tendrían que ver

-Efectivamente mis células se comportan de manera similar a la de los vegetales, absorben la luz y la transforman en energía, por eso no necesito el alimento, pero la impenetrabilidad de mi piel es otro cuento, es una sólida pared de electrones que repelen cualquier mínima partícula ajena a mí, excepto la luz, que por muy letal que sea en mí se convierte en energía, mis células nunca mueren, y no hay nada que las pueda destruir, claro está que aún me falta por probar con los agujeros negros, no he podido ir tan lejos en el espacio como para comprobarlo. Así que por ahora sigo siendo indestructible.
Mis ojos pueden ver a mi elección, desde lo que ahora llaman “boson de higss” hasta las galaxias más lejanas, sin necesidad de instrumento alguno, mis oídos y olfato hacen exactamente lo mismo, puedo oler el planeta entero o un único átomo, si así lo prefiero, yo decido en dónde enfocar mi atención y mis sentidos, y mis manos pueden emanar energía a mi voluntad alterando la composición atómica o molecular de las cosas o seres que desee, de esa manera me he vuelto experta en sanación animal, pues son los únicos seres a los que les puedo poner las manos encima.
Lisa, yo soy el “laboratorio” que me pediste ayer cuando nos encontramos, 2500 años me han convencido de que la profecía tiene errores y no es necesario que viva aislada eternamente, ya he creado dispositivos que me ayudan a interactuar con otros sin hacer daño, como mi carro y un casco que uso en algunas ocasiones, pero no quiero ser como los de Daft Punk, quiero eliminar toda barrera y sentirme plenamente parte de la humanidad, por eso te necesito, en tu ADN puede estar la clave.

-¡Zafiro! ¿Cómo negarme? Después de escuchar tu maravillosa historia no dejo de pensar en que has estado condenada al aislamiento desde que naciste, ¡no es justo! ¡Claro que quiero ayudar!

-te lo agradezco tanto

Me levanté y fui hacia ella para abrazarla, ella se levantó y correspondió mi abrazo

-no tienes que agradecer nada, toma de mi lo que necesites

-um ahora sería perfecto un beso

-será un placer mi divina Skadi

Y sin darle espacio para que se quejara por como la había llamado la besé


jueves, 30 de enero de 2014

Zafiro 9

De la cocina pasamos al comedor, que estaba más acogedor a la luz del día, el inmenso cristal del balcón permitía ver la exuberante vegetación del jardín, entonces por primera vez sentí vergüenza de mi propia desnudez, a la luz del sol ella era como contemplar una visión angélica, ese brillo en su piel tan sobrenatural me hizo sentir tan pequeña que me senté con rapidez esperando que la silla y el mantel de la mesa me cubrieran lo suficiente, Zafiro en cambio, con infinita delicadeza arreglaba la mesa y servía mi desayuno, para ella, solo había dejado un vaso de zumo de uvas. Al ver que no me atrevía a levantar la mirada se sonrió

-¿Ahora te has vuelto tímida Lisa?

Y también me había quedado muda, sentía mis orejas arder, sabía que ya estaría más roja que un tomate

-jajajajajaja no lo puedo creer, te has puesto roja… ya Lisa, mírame… ¿me vas a dejar el desayuno servido?

-No, solo que todo esto es abrumador

-pues me encanta sorprenderte, pero ahora la prioridad es que te alimentes, sé que te encantará

Y tenía razón, había una taza con yogurt, fruta y cereal en otra taza, rodajas de pan con queso y bocadillo, una porción de guiso de setas y un pequeño frasquito con miel

-mezcla el kéfir con el cereal, es delicioso

-¿Que mezcle el qué?

-el kéfir, es la taza a tu derecha

-ah, creí que era yogurt

-pruébalo, sí, podría decirse que es una especie de yogurt muy nutritivo

-mm es delicioso por sí solo, yo a duras penas diferencio la leche del queso, mis conocimientos culinarios son muy escasos, ahora ni me digas el nombre de este guiso, son hongos, ¿verdad?

-así es, son unas setas llam…

-no digas más, suficiente con su sabor, creo que es porque tú eres una auténtica chef que todo te sabe tan exquisito, pero déjame en la ignorancia culinaria por favor, hay algo más importante que quiero saber, y no es precisamente el nombre de lo que me estoy comiendo

-entiendo, pero te advierto que puede ser muy largo

-tenemos todo el día, ¿o esperas visitas?

-muy graciosa, aunque sí creo que deberías reportarte, tu amigo Richard debe creer que te secuestré, podría estar alertando al GAULA ¿no te parece?

-¡Richard!... ¡Dios!! Lo había olvidado por completo, ¿Cómo es posible que te acuerdes de él? y tienes razón, con lo paranoicos que estábamos hace unos días no me extraña que haya puesto la denuncia, lo llamaré en cuanto termine de desayunar… mejor lo llamo ahora mismo.

Después de una llamada en la que Richard me pedía minuciosamente un reporte, yo solo me limité a asegurarle que Zafiro no era ninguna asesina en serie y que no tenía contactos con la mafia ni la trata de personas, solo hasta que Richard estuvo lo suficientemente convencido y calmado le pedí que no esperara llamada mía en las próximas horas, y que en cuanto estuviera de vuelta le daría todas las explicaciones, después de todo fui yo la que lo involucré en el asunto cuando pensaba que estaba en riesgo con Zafiro.

-Listo, ya que no tengo nada de qué preocuparme, por qué no me cuentas tu historia

-muy bien, señorita curiosa, te lo contaré todo desde el principio

-Nací en el solsticio de invierno del 470 A.C. al norte de Europa, en un bosque de lo que hoy es la frontera entre Suecia y Finlandia, cercano a las costas del golfo de Botnia, mis padres pertenecían a los Sterki, que en lengua escandinava significa fuerte, una tribu semi nómada dedicada a la caza y la pesca, formaban parte de los antiguos pueblos vikingos; en el momento de mi nacimiento la tribu se había asentado en el corazón del bosque para pasar el invierno, era un hermoso claro rocoso en medio del bosque, una fortaleza natural que nos mantenía a salvo de invasores y depredadores indeseables, fui la séptima hija de mi madre, quien después de mí no volvió a tener hijos, pues mi padre no quiso volver a tocarla.

-¿y eso por qué?

-yo nací totalmente albina y nuestra tribu jamás había presenciado algo así, me creyeron un engendro monstruoso y vergonzoso, lo desconocido siempre causa terror, afortunadamente mis padres aunque aterrados, me dejaron con vida, pero me ocultaron de todos, mi padre Orn dijo al pueblo que el bebé había nacido muerto y mi madre Siri supo mantenerme oculta.

-debió ser difícil, digo, qué bebé no llora los primeros meses de su vida, además, ¿no hubo una partera asistiendo a tu madre?

-por fortuna no, esa noche cayó una aterradora tormenta de nieve, mi madre era una de las curanderas jóvenes de la tribu, así que supo arreglárselas por sí misma, no pongas esa cara, ella era una mujer fuerte

-bueno, es que me parece impresionante que tu madre no tuviera asistencia en el parto

-ya tenía práctica con sus primeros seis hijos, así que sabía perfectamente qué debía hacer, y bueno, en cuanto a lo de los bebés llorones creo que no di tanto ese espectáculo, tenía una hermana de apenas un año para achacarle cualquier ruido infantil que se oyera, todos mis hermanos eran pequeños, el mayor no tenía más que 8 años, habían nacido muy seguidos, en algunos la diferencia era apenas de meses, así que era el lugar perfecto para ocultar un recién nacido más, para cuando pasó el invierno y mi madre volvió a sus relaciones sociales yo ya tenía 3 meses.
A medida que fui creciendo mis padres pasaron del horror inicial a tenerme verdadero amor, me llamaron Skadi como la diosa del invierno no solo por la blancura de mi cuerpo, el haber nacido en invierno y la tormenta de aquella noche eran signos más que evidentes, mi despigmentación era total, mis ojos eran rosáceos y muy sensibles a la luz, lo cual los convenció de que haber ocultado mi existencia había sido la mejor decisión, temían el daño que me causarían los de la tribu si me vieran pues era seguro que si no los aterraba mi total blancura lo haría mis ojos rojos.
Yo era la predilecta, el tesoro oculto de la familia, mis hermanos aprendieron a jamás nombrarme fuera de casa, nadie en la tribu supo de mi existencia. Al nunca salir de casa me convertí en la prolongación de las manos de mi madre, lo aprendí todo de ella, me volví experta en costura, cocina y hierbas

-¿y nunca tuviste curiosidad del mundo fuera de tu casa?

-si, por supuesto, ¿qué niño no es curioso? Pero era muy intuitiva y sabía que pondría en peligro a mi familia si algún extraño llegara a verme. Además tenía mi propio sistema para conocer el mundo, era experta en camuflaje, si llegaban visitas podía estar perfectamente en la sala sin que notaran mi presencia y sabía cómo observar sin ser vista haciendo sutiles agujeros en las paredes de tabla o pieles según el caso.
Así crecí hasta tener 15 años, yo era el hada blanca de la familia, mi madre y yo éramos una, así que todos contaban conmigo, me sabía amada y yo los amaba y era inmensamente feliz de ser tan útil dentro de casa.
Mi hermana mayor se había casado hacía cuatro años, tres de mis hermanos varones ya tenían sus esposas, así que solo quedábamos los tres menores en casa, mi hermano Argus de 17, la pequeña Anneke de 16 y yo que ya tenía 15, aunque mi hermana estaba pedida en matrimonio por uno de los hijos del jefe de la tribu, permanecería en casa hasta el primer novilunio de la siguiente primavera, cuando se casarían;   mi hermano en cambio era la sombra de mi padre y el asunto de una esposa lo tenía sin cuidado, su pasión era la cacería y tenía el orgullo de ser el mejor arquero de la tribu.
Al inicio de ese otoño la tribu volvió a mi bosque natal, era la tercera vez en mi vida que regresaba a mi bosque favorito, muchas cosas habían cambiado en la tribu, la mayor parte del pueblo aprobaba la idea de asentarnos allí definitivamente, pues las confrontaciones con otros pueblos que defendían fieramente sus territorios habían dejado muchas bajas, era imperiosa una recuperación después de tantas guerras y aquel era un bosque que perfectamente podíamos reclamar como nuestro, era ideal para la caza, habían abundantes manantiales y un hermoso acceso al mar, aquel territorio era nuestro hogar, amábamos cada roca y árbol de ese bosque, así que el regreso de la tribu ese otoño significó el asentamiento definitivo de nuestro pueblo.

-ven, vamos a otro lugar más cómodo

Se levantó de la mesa y me ofreció su mano, en cuanto la tomé me llevó a la sala donde la noche anterior di mi show con la bebida, puso música suave y me ofreció una copa, ella tenía otra en su mano

-no te preocupes, es solo zumo de arándanos, no creo que quieras probar el vino por mucho tiempo, ¿verdad?

-así es, tu historia es tan fascinante que no quisiera perdérmela por culpa del alcohol

Ella solo sonrió, nos acomodamos en los dos sillones y ella continuó contándome

-Para mí también fue decisivo ese otoño. Como te dije, solo quedábamos los tres hermanos menores, mi hermano había salido en una excursión de caza con mi padre y la mayoría de hombres que quedaban en la tribu, mi madre enfermó de bronquitis y mi hermana y yo nos esmerábamos en atenderla para que se recuperara pronto, pero se nos acabaron las hierbas de su medicina, yo era quien mejor conocía qué plantas eran las indicadas así que tenía que ir a buscarlas, era mi primera vez cosechando las hierbas medicinales y estaba emocionada, esperé hasta el ocaso para ocultarme de todos y salir al bosque.
Me adentré hasta llegar a un pequeño manantial donde estaba lo que yo necesitaba, comencé mi labor recolectora seleccionando con cuidado las plantas, entonces un hermoso venado se acercó a beber, siempre los había visto muertos cuando mi padre llegaba de caza y llevaba uno para alimentarnos, así que verlo vivo me causó una gran impresión, era hermoso y sus ojos parecían inteligentes, casi detuve mi respiración, me levanté y el animal no pareció inquietarse con mi presencia, me devolvió la mirada y se alejó lentamente, embelesada como estaba no me di cuenta que lo seguía hasta que se detuvo y volvió a mirarme, había seguido al venado por el bosque y ahora estaba desorientada, no sabía cómo encontrar el camino de regreso, entonces hizo algo increíble, trotó en círculo en torno a mí dando tres vueltas y luego desapareció entre los árboles, yo corrí  tras su rastro y lo que encontré fue una hermosa laguna circular en medio del bosque, la luna ya se había levantado lo suficiente y el agua reflejaba su luz como un espejo, ante aquella impresión di un paso en falso y resbalé en el agua, era poco profunda, pero mis pies se hundían en el barro del fondo, intenté salir pero me hundí aún más, el fondo en el que me apoyaba era arena movediza, asustada me movía desesperada hundiéndome hasta tener el agua al cuello, entones vi una figura de pie sobre una roca en la orilla, se quitó su capa, la puso sobre la roca y se sentó en ella, sacó un pequeño instrumento de viento entre sus manos y comenzó a tocar una melodía triste, tocó por un minuto y luego levantó su voz, era la voz de una anciana, hablando como lo hacían los oráculos dijo:

-“profanaste el estanque sagrado de la diosa Idunn, pero tienes un corazón puro y además eres la séptima hija de la séptima hija, de la séptima hija de una madre que estuvo al servicio de la diosa, un noble linaje de völvas que han transmitido su sabiduría de madre a hija por tres generaciones pero en ti morirá, pues estás marcada por los dioses desde que naciste y no tendrás descendencia, en atención a todo ello la diosa te perdona la vida y te ofrece la inmortalidad. Te encontrará tu padre al amanecer y permanecerás en tu familia tres años más, en el solsticio de invierno del décimo octavo año de tu nacimiento recibirás el beso de la diosa, caerás enferma al amanecer y morirás con el ocaso ante los ojos de tu familia, pero realmente solo dormirás durante tres días, al amanecer del tercer día despertarás y saldrás de tu tumba, nada podrá dañarte pero no pertenecerás más al mundo de los hombres, no se acercarán a ti, ni tú a ellos pues ella es la diosa de los bosques y ése será tu lugar para siempre”

Luego siguió tocando su música hasta el amanecer, cuando desapareció.
A los pocos segundos llegó mi padre seguido por mi hermano y me sacaron del agua, estaba helada y temblorosa debido a la hipotermia, me llevaron a casa y con sorpresa encontré a mi madre sin rastro alguno de la enfermedad que la tenía postrada hasta la noche anterior, caminaba de un lado a otro visiblemente preocupada por mí, pero estuve inconsciente hasta que entré en calor, días después me contaron que a las pocas horas de haber salido en busca de hierbas ella se había mejorado, casi al mismo tiempo en que caí en el lago, momentos después mi padre y mi hermano habían vuelto a casa y mi madre los envió a buscarme, estuvieron rondando el bosque hasta el amanecer cuando me encontraron en el lago, me llevaron a casa y estuve convaleciente por unos días.

Bebió de su copa y yo contuve la respiración, probé el zumo de mi copa que había permanecido intacto dese que nos sentamos, pero ni su aroma y dulce sabor me distrajo, a medida que Zafiro hablaba podía visualizar en mi mente todo lo que me iba describiendo, no puedo negar que la música que ambientaba la sala favorecía el momento, ella, mirándome a los ojos continuó

-Pero todo sucedió tal como lo dijo la anciana. El día de mi décimo octavo cumpleaños caí enferma al amanecer y “morí” al anochecer, yo estuve consciente todo el tiempo, solo que no podía mover un solo músculo y mi temperatura corporal descendió a tal punto que me dieron por muerta, no sentían mi pulso ni mi respiración, lo que convenció a mis padres de lo peor, mi madre no se apartó de mí, me abrazó toda la noche y el día siguiente llorando mi muerte y yo trataba por todos los medios de gritar o hacer el más pequeño movimiento para decirles que seguía viva pero fue imposible, ese día llegaron mis demás hermanos y todos se echaban sobre mí llorando, fue aterrador. 
Al anochecer me sacaron en secreto de casa y me llevaron a una cueva cerca del lugar donde me había extraviado hacía tres años, allí me acostaron en el suelo de rocas y taparon la entrada con piedras. 
Mi madre regresó al amanecer y permaneció junto a la tumba todo el día, escuchaba los ruegos de mis hermanos pidiéndole que regresara a casa pero ella se negaba a abandonarme hasta que por fin al acercarse el ocaso regresó con ellos.
Por supuesto lo que me había ocurrido era que había entrado en un profundo estado de catatonia, mi consciencia permaneció lúcida pero no era dueña de mi cuerpo, fue durante esas largas horas cuando se operó mi cambio. 
En cuanto estuve rígida pude sentir cómo mi cuerpo empezaba a transformarse comenzando desde mi corazón, era una sensación similar a la que experimentas en la boca cuando pruebas el mentol, imagínate esa sensación extendiéndose lentamente desde tu corazón por cada uno de tus órganos internos, así como una intensa lucidez mental tomando consciencia de cada célula que aquella sensación iba tocando, agudizó todos mis sentidos, el oído y el olfato fueron los que pude ejercer durante aquellas horas, percibiendo el aroma de todo cuanto me rodeaba y oyendo desde las hormigas y gusanos que se movían por el suelo, hasta la respiración de una manada de alces a cientos de kilómetros, para cuando llegó a mi piel la sensación era mucho más intensa, pero ya estaba en la tumba, así que nadie pudo verlo, finalizó tal y como lo había dicho la anciana, al amanecer del tercer día.
Mi madre había puesto un objeto irregular entre mis manos, en cuanto lo hizo quise saber de qué se trataba, así que al abrir mis ojos lo primero que hice fue observar detenidamente lo que tenía entre mis dedos, era uno de sus collares que nunca se quitaba, una elaborada trenza de cuero con una piedra azul del tamaño de la palma de mi mano, el regalo de bodas de su madre, que a su vez había recibido de su madre, conocía la larga tradición de aquella piedra en mi linaje materno, mi madre me lo había dejado como ofrenda mortuoria, así que no pude contener el llanto…

Gruesas lágrimas bajaban por las mejillas de Zafiro visiblemente conmovida

-lo siento, eres la primera persona a quien le cuento mi origen, las lágrimas son inevitables

-No tienes por qué disculparte, para mí es un inmenso honor escucharte

-Aquella piedra era un Zafiro sin tallar que mi tatarabuela había recibido de la diosa Idunn cuando fue a dejarle una cesta de manzanas junto a un pino sagrado, recibiendo la orden de transmitirlo siempre al séptimo fruto de su vientre por todas las generaciones venideras y que según la palabra de la diosa serían siempre mujeres, asegurando así la benevolencia de los dioses. 
Efectivamente la profecía se cumplía, el séptimo parto era siempre una niña, es por eso que la piedra había pasado de la séptima hija a la séptima hija por tres generaciones, mi madre había decidido dárselo a mi hermana Anneke el día de su boda, pues yo era la séptima pero al no existir para la tribu no me casaría y al no tener otra hija después de mí le correspondía a la sexta quien era mujer y ella continuaría la tradición, es por eso que ver aquella joya entre mis manos significó tanto para mí, era la más preciada herencia de mi madre.
Cuando me calmé busqué la manera de salir de la tumba, cosa que no fue tan difícil, me bastó con empujar levemente el centro de la pared de piedras y éstas se derrumbaron en el acto, estaba segura de que mi madre estaba por llegar y salí a su encuentro, pero la tenue luz del alba me permitió verme a mí misma, pude notar el evidente cambio en el color de mi piel, mírame.

Se levantó y se llevó las manos a su cabeza, despojándose de la peluca negra que aún llevaba, solo entonces me percaté de ello, ¿cómo era que no se le había caído en toda la noche? La dejó caer al suelo y dio una graciosa vuelta dejando su auténtico cabello caer sobre su espalda, era de un hermoso tono violeta profundo, y como su piel, brillaba con la luz. Me quedé boquiabierta.

-waoo tu… tu cabello…

No pude resistirme más y me acerqué a ella para tocar aquella maravilla violeta

-es… tan hermoso y… suave

-Gracias, pero éste es el aspecto con el que salí de la tumba, no tenía un espejo, pero con solo ver mis manos tuve suficiente para saber que mi madre se aterraría al verme

-sí, lo imagino, primero albina y ahora azul, pero ella te creía muerta, tal vez pensaría que eras tu propio fantasma o algo por el estilo

-tienes razón, ella creyó que lo que veía era mi espíritu, por eso al contrario de lo que yo creía, no se aterró sino que se alegró al verme y corrió hacia mí, pero al abrazarme supo que no era solo un espíritu. Ella también era inmune a mí, después de ella, solo tú has podido estar tan cerca de mí como para tocarme.

Como un acto reflejo envolví su cintura con mis brazos pegando su espalda a mi pecho y le susurré al oído

-me encanta ser inmune

-a mí también me alegra que lo seas, pero ahora siéntate, que aún no he terminado de contarte todo