sábado, 10 de septiembre de 2016

Absurdo

De esas cosas que un día lento, más la suma de pequeñas circunstancias van desencadenando un estado emotivo poco alentador... un taco a la altura del pecho que va incomodando un poco al respirar, o esa compresión en la caja torácica cada que la emoción sale a flote cuando piensas en una persona específicamente.

Y sí, hay que mirar todos y cada uno de los síntomas, sensaciones, pensamientos, emociones, sentimientos, estados de ánimo... mirarlos con lupa, con agudo ojo crítico, tomar distancia y examinarse como lo haría un médico con su paciente, sí, tal cual... 

Es el método que he encontrado para hacer frente a estados emocionales que me abruman y que no deberían estar allí, puesto que el pensamiento, el sentido común, la lógica, la ética, el pensamiento racional ya ha llegado a una claridad y lucidez de argumentos irrefutables a cerca de la persona en cuestión... 

Sin embargo, inexplicablemente, el lado emotivo no evoluciona con la misma rapidez o madurez, o al menos con la sincronía esperada respecto al pensamiento, es entonces cuando surje lo absurdo:
Un estancamiento emocional por algo que ya la razón aceptó desde el principio... una resistencia y rebeldía sin fundamento, ni causa, ni sentido... como si quisiera regodearse en la tristeza, la nostalgia y lo más absurdo: la "pérdida" de lo que jamás siquiera tuvo la mínima posibilidad de tenerse.

Que nadie ose mirar siquiera el sagrado recinto de mi soledad.