El reloj sonó a
las seis, pero me levanté a las ocho, los martes la clase de fotografía era a
las diez, así que me di todo el tiempo para una ducha relajante, al buscar la
toalla me miré al espejo, mis ojos me devolvieron la mirada, y mi pelo mojado
que caía sobre la frente me daba un aire de niña traviesa, no soy una
divinidad, pero tengo mi encanto, con un cuerpo atlético, cabello castaño claro
muy corto estilo niño, ojos grises, piel blanca y 1,68 de estatura, la modelo
solo me sacaba unos escasos centímetros, sonreí, recordé los ojos azules de la
tarde anterior, y esa voz suave como de terciopelo, con su acento indefinido
propio de alguien que ha viajado mucho, la fingida timidez con que aseguró que
le gustaba mi camisa hizo que volviera a sonreír de pie frente al espejo de mi
baño, Zafiro. Qué raro nombre para una chica, pero qué acertado para sus ojos,
pensé.
Llegando a la
universidad hay un parque, la plazuela de San Ignacio, que a todas horas está
llena de gente, normalmente abuelos que se sientan a tertuliar, vendedores
ambulantes que madrugan a sus puestos para ganarse el pan, y peatones que van y
vienen por ese punto tan concurrido, sin embargo esa mañana estaba curiosamente
algo solitario, a excepción de los vendedores alrededor del parque, pero ni un
solo peatón, ni los abuelos que se sientan comúnmente a hablar de sus
recuerdos, ni el tráfico de gente acostumbrado a esa hora de la mañana, solo
una mujer con una hermosa cabellera negra sentada en uno de los bancos frente a
la estatua con un libro entre sus manos era la única excepción, unos cuantos
que debían atravesar por el parque una vez llegaban se desviaban de su camino y
preferían ir por la calle de enfrente, este hecho me pareció más extraño aún,
pero como para variar iba justo a tiempo no presté atención y atravesando el
parque seguí mi camino.
No me di cuenta
que unos profundos ojos azules me observaron todo el tiempo, justo antes de
cruzar la esquina volteé a ver el parque y aquella joven solitaria de la que
primero vi la espalda, ahora de frente, me seguía con su mirada azul, pero ya
era tarde y crucé la esquina rumbo a mi clase.
¿Qué
posibilidad había de que fuera ella? Estuve con la intriga hasta después de
clase, esta vez la encontré sentada en las escaleras de la cuadra antes de
llegar a casa, ¿Me estaba siguiendo? Así que al llegar frente a ella en vez de
saludo le dije secamente
-Bien Zafiro,
tres veces me encuentro contigo, ¿Es coincidencia, o me estás siguiendo? No es
que me moleste, digo, estoy acostumbrada a que las mujeres bellas me persigan,
solo quiero saber qué esperar contigo.
Ella me sonrió
y me dijo
-Tranquila
Lisa, simplemente me causas curiosidad, no te sigo, te investigo, que es
diferente.
Así que tenía
el descaro de reconocerlo, no lo podía creer, le seguí el juego
-oh! Entonces
cuento con una investigadora privada!! ¿Y se puede saber el motivo por el que
estoy sometida a su investigación?
-Por supuesto,
pero no en la calle, desearía hablar contigo en privado, ¿podemos entrar a tu
casa?
Con fingida
seriedad, pero cierta preocupación en el fondo le dije
-¡No faltaba
más! ¿Y crees que voy a dejarte entrar así como así nada más que por tu linda
cara? Si es verdad esa dichosa investigación muéstreme sus credenciales o llamo
enseguida a la policía.
Y tenía motivos
para sospechar, hacía pocas semanas hubo un robo en una de las casas vecinas,
tal vez esta hermosura estuviera implicada con alguna banda de delincuentes,
pero ella seguía impasible mirándome a los ojos, sin muestras de haberse
molestado por mi dureza, con una sonrisa y sin alterar su suave tono de voz me
respondió
-Lisa, entiendo
tu desconfianza, no voy a hacerte daño, pero necesito hablar contigo, perdona
mi imprudencia por sugerir tu casa, no quería generar inconvenientes en ningún
local, pero si lo prefieres podemos hablar en el café de la esquina, así no
sientes invadido tu espacio personal.
¿Generar
inconvenientes? Qué era todo eso, si que era extraña esa mujer, pero al fin
accedí
-Bien, vamos,
pero usted paga la cuenta
-Por supuesto.
Caminamos
juntas en silencio los escasos metros que faltaban para llegar a dicho café,
desde lejos pude ver la acostumbrada clientela de don Iván y los vecinos de
siempre en sus oficios, pero al irnos acercando todos de pronto como acometidos
por un súbito temor de apresuraron a entrar en sus casas, hecho que me extrañó,
miré a ver si detrás de nosotras venía algún ladrón o algo que hubiera causado
esa reacción en mis vecinos, pero nada, la calle estaba desierta, don Iván
detrás del mostrador no tenía a donde ir, para cuando entramos estaba
supremamente pálido y sudoroso, lo saludé pero no me respondió.
-¿don Iván qué
sucede? ¿Por qué todos salieron como asustados, qué pasó?, ¿se encuentra bien?
Pero el buen
señor no me respondía, con sus ojos casi saliéndose de las órbitas miraba
rígido a Zafiro, en semejante estado creí que iba a sufrir un paro cardíaco,
así que tomé una silla y di la vuelta al mostrador, lo ayudé a sentarse, iba a
llamar una ambulancia pero Zafiro me detuvo
-No te
preocupes Lisa, su corazón está bien, tiene acelerado el pulso cardíaco pero se
pondrá mejor, mejor dele una bebida fría, se le pasará
Lo miré apenada
y saqué de la nevera un té helado, lo destapé y se lo di no sin antes dejarle
el valor de la bebida entre las manos, y salí junto a Zafiro, que en todo el
tiempo se había quedado en la puerta
-Qué pesar, el
señor Iván está un poco mal, en ese estado no puede atendernos, así que tendré
que llevarte a mi casa
Ella sonrió
disculpándose y me siguió, mientras abrí la puerta comenté
-¿Has visto lo
extraña que está la gente hoy? ¿Qué pasaría que todos salieron como asustados a
esconderse en sus casas?
Ella por toda
respuesta me dijo
-en un momento
lo sabrás
Más intrigada
de lo que estaba la hice pasar, la acomodé en la sala y fui a la cocina por un
par de botellas de té helado, le di una a Zafiro y me senté frente a ella
-Bien, es hora
de que expliques tu extraño comportamiento Zafiro, soy toda oídos, por cierto,
¿ese es tu verdadero nombre?
-Sí que lo es…
Ella, clavando
sus oceánicos ojos en mí, con una sonrisa dulce comenzó a contarme su historia,
fue algunos días después cuando recordando esta charla, comprendí que haberla
encontrado ese lunes por la tarde al llegar a mi trabajo no fue una
coincidencia, todo había cambiado para mí, la fascinante historia de Zafiro, a
la que no di crédito al inicio, pero que luego los hechos me hicieron ver la
rotunda verdad, me introdujo en un mundo que jamás soñé conocer, pero que daría
un pleno sentido a mi existencia, como dice “hasta el techo” de ChocQuibTown:
“antes de tenerte no estaba muriéndome, pero ahora estoy viviendo, ¡Y de qué
manera!”
-Lisa, he
decidido investigarte porque al fin he encontrado en ti la única persona que,
al parecer, es inmune a mi cómo decirlo… a mi “influencia”
-¿A tu
influencia? ¿Qué, es que acaso eres un virus o qué?
-No te
apresures, no me dejaste terminar. Verás, todos los seres humanos al estar en
un radio de cinco metros cerca de mí, experimentan un pánico irracional, se
despierta en ellos un miedo descontrolado y el instinto urgente de supervivencia
los aleja de mí, TODOS, excepto tú. Es por eso que me causas curiosidad y me he
dejado ver por ti en estas tres ocasiones, aunque claro está, ayer no fue la
primera vez que te vi.
-A ver si te
entendí, así que por el hecho de que no me asustas me has seguido desde ayer,
¿y desde cuándo entonces me conoces?
-Exactamente,
has entendido bien, te conocí hace un mes, cuando fuiste de paseo a Marinilla,
¿lo recuerdas?
-Si claro,
estuve en la finca de unos amigos, pero no recuerdo haberte visto
-Porque no lo
hiciste.
-¿Entonces?
-Bien, hace
algunos años soy vecina de la familia Peñaranda, compré el terreno de al lado y
voy allí a descansar algunas veces, curiosamente justo ese día yo estaba en la
finca y revisaba los potreros cuando tuvimos nuestro primer encuentro, no me
viste, porque el cercado de bambú no te dejaba verme, pero yo si te vi, te
alejaste del grupo y te sentaste bajo el pino que está junto a la cerca,
estabas leyendo, ¿lo recuerdas?
-Si, me senté a
leer, pero no sabía que me espiaban
-Tampoco yo
estaba esperándote, solo que se me hizo muy raro que no huyeras, pues al llegar
junto al árbol ya estabas en el radio de mi influencia, debiste notarme y
alejarte sin encontrar explicación a tu temor, pero no lo hiciste, al
contrario, permaneciste casi dos horas a escasos dos metros de mí, pues apenas
te sentaste me acerqué a verte, y en ningún momento te diste por enterada de mi
presencia.
-Ahora si
comienzas a asustarme, ¿Qué o quién eres?
-No puedo responder
totalmente a tu pregunta, poco a poco lo sabrás, pero no soy un demonio, si eso
es lo que piensas, soy de carne y hueso como tú, solo que he sufrido una
“pequeña” transformación
-Si no vienes
del infierno, entonces ¿por qué debería temerte?
-Verás, debido
a la “transformación” de la que te hablaré cuando sea necesario, mi cerebro
emite constantemente unas ondas de baja frecuencia que afectan únicamente a la
amígdala cerebral de los humanos, porque he podido comprobar que no afecta a
ningún animal, estas ondas no las puedo controlar, son involuntarias como el
latido del corazón, pero afectan sin excepción a todos los cerebros humanos
estimulando en ellos la emoción del pánico a tal punto que los que están bajo
esa influencia temen por sus vidas, pero al parecer, tu amígdala es inmune, y
eso es lo que me ha obligado a espiarte desde entonces. Porque después de ese
encuentro en la finca te he seguido como una sombra para asegurarme que
realmente no podías sentirme.
-Así que algo
anda mal en mi cerebro, eso ya lo sospechaba, siempre supe que era el bicho
raro de la familia.
-No Lisa, aquí
el bicho raro soy yo, solo que tú cuentas con un cerebro excepcional
-Entonces te
atrae mi cerebro… ¿no serás un zombi?
-jajajaja…
tienes imaginación, pero no te acercas ni lo más mínimo. No me alimento de
cerebros, ni de ningún tipo de carne, no te preocupes
-Bien, eso me
alivia
-como te dije
te he seguido de cerca y la única conclusión a la que he llegado es que eres
totalmente inmune a mí, por eso decidí dejarme ver, para pedirte que me
permitas estudiarte más de cerca, tal vez tu inmunidad me ayude a solucionar mi
problema de aislamiento forzoso
-Bien,
agradezco tu interés, y me alegra ser la excepción al fenómeno raro que eres,
pero no veo la necesidad de tal estudio, además acabas de salir del colegio por
lo que puedo deducir, y por muy súper dotada que seas, no creo que tengas la
experiencia suficiente para un “estudio” rigurosamente científico como acabas
de decirme
-Te equivocas,
soy más antigua que tú
-jajaja… si
claro, tengo 29 años!! Y tú pareces diez años menor
-Me alegra que
no se note mi edad, de lo contrario en verdad te asustaría
-Claro, si yo
estoy asustada de llegar a los 30, y aún en la universidad, ¿puedes creerme?
-si, te creo,
te he visto en Bellas Artes, sé que vas en el tercer semestre de Artes
plásticas y he visto tus trabajos, pintas muy bien… aunque yo no diría que
tienes 29, aparentas unos 5 años menos, así que en cuanto a la edad tu también
engañas
-ok, cuántos
años tienes
-no quieres oír
la respuesta
-32?
-2.500 años
-jajajajaja…
este es el momento en el que me dices que eres vampiro y que deseas mi sangre!!
Has visto demasiadas películas
-Eres tú la que
ha visto muchas películas, y me asociaste con la familia Cullen, no soy
vampiro, ni nada que se le parezca, técnicamente sigo siendo humana
-Suponiendo que
te crea jovencita, entonces estoy hablando con una momia, cómo es que luces de
20?
-poco a poco lo
sabrás
-Tal vez es que
sufres de algún complejo prehistórico, por qué mejor no vas al psiquiatra y que
solucione tu problema
-¿cómo te
explicas el pánico de tus vecinos y del señor Iván hace unos momentos?
-Eso es algo
que les preguntaré más tarde, y así sabré de ellos mismos la verdad
-Me alegra
escuchar eso, por ahora no te quito más tiempo, si cambias de opinión con
respecto a mi “estudio” aquí te dejo mi tarjeta, gracias por recibirme y
escucharme, espero tu llamada
-Lo tendré en
cuenta
-y una cosa
más, no deberías caminar de regreso al salir de tu trabajo, corres peligro, de
noche las calles no son seguras
-Siempre lo
hago, no puedo darme el lujo de gastar en un taxi por trece cuadras que
perfectamente puedo caminar, tengo muchos gastos, trabajo para sobrevivir.
-Entonces seré
tu escolta
-Gracias, pero
no es necesario
-Como quieras.
-Feliz tarde-
le dije mientras le abría la puerta.
Pero con qué
clase de bicho raro me vine a encontrar, ahora me anda siguiendo una muchachita
loca que cree espantar a todo el mundo y tener 2.500 años, ¡Dios, Qué clase de
locura es ésta, por qué no puedo encontrarme por una sola vez con mujeres
normales en mi vida!, ¿Por qué me envías una hermosura como ésa pero totalmente
perdida de la mente? ¿Quieres que me case en el manicomio?
Escrito por Lis... Todos los derechos reservados.
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