Mi día
comenzaba como otro lunes común, el agua fría de todas las mañanas en la ducha,
las carreras típicas para llegar a tiempo a clase de dibujo, las conversaciones
de rigor con mis amigos, y mis peleas cotidianas con las escalas del barrio al
regresar a casa, nada en ese día que me indicara un cambio, ni una señal, ni un
relámpago a destiempo, nada fuera de lo común, sin embargo, mi mundo tal como
lo conocía estaba a escasos minutos de sufrir una completa transformación, en
pocos segundos nada volvería a ser como antes.
Todo comenzó
esa tarde de lunes del mes de febrero al ir de camino a mi trabajo nocturno, a
las cuatro en punto salí trotando como todos los días, así tengo mi cuota
diaria de ejercicio que me mantiene en forma y a la vez me permite llegar a
tiempo al bar, pero justo una cuadra antes de llegar tuve que detenerme en
seco, unos ojos de un profundo azul, tan oscuros como el mar me penetraron, esa
mirada cálida, intensa, de una fuerza arrolladora hicieron que por unos segundos
olvidara mis prisas, pero en seguida la bocina de un carro me hizo volver a la
realidad, y sin embargo, aquellos ojos siguieron traspasándome; con pasos más
lentos continué mi camino dedicándome a detallar a la dueña de aquella mirada
arrolladora, una joven de no más de 20 años, quizá menos, de cabello negro, con
un cuerpo de modelo, con 1,70 de estatura, vestía una gabardina de cuero negro,
jeans vino tinto ajustados y botines de cuero negro, con un hermoso tono
bronceado en su piel, toda una reina de belleza. La chica seguía mirándome, así
que me acerqué a ella y antes que parpadeara le solté
-¿Puedo
ayudarte en algo?
-no, gracias
-Ya, pues si no
te has dado cuenta me llevas mirando fijamente por más de tres minutos, ¿me
conoces de algo?
La joven bajó la
mirada un poco nerviosa, pero con su voz de terciopelo me respondió
-Discúlpame por
incomodarte, no es nada
Pero al ver que
yo continuaba esperando una explicación satisfactoria añadió con un gesto
divertido
-Me gusta tu
camisa
Entonces me
eché a reír por la evidente mentira, mi camisa no tenía nada de especial, un
suéter normal de color gris, sin ningún estampado ni nada que resaltara, y por
la manera de vestir de esta hermosura era totalmente absurdo que se fijara en
mi ropa, esta mujer es todo un homenaje a la moda y el buen gusto, qué estoy
diciendo, si parecía sacada de una pasarela y yo en cambio soy todo lo
contrario, pero para no avergonzarla más, le guiñé el ojo y le dije
-ok, me alegro
que te guste, me la puse solo para ti, encantada de conocerte, me llamo Lisa
-Zafiro, dijo
tomando mi mano por toda respuesta.
Al contacto
sentí como si una suave corriente eléctrica me tocara, la calidez y suavidad de
su mano era tan agradable, ni en mis mejores fantasías había logrado recrear un
encuentro como este, con una mujer tan hermosa tomando mi mano en medio de la
calle. Estuve varios segundos en silencio, mirando sus ojos y sonriendo como
tonta disfrutando el contacto, hasta que recordé que estaba a escasos metros
del bar y que mi jefe no tardaría en aparecer así que acerté a decir
-Zafiro, lindo
nombre, todo un placer conocerte y la verdad me encantaría continuar esta
charla pero ya llego tarde al trabajo, así que espero que tengas una bonita
noche
-Gracias Lisa
Y dejándola
allí con una gran sonrisa terminé los pocos pasos que me faltaban y abrí la
puerta, pero antes de entrar volteé para verla y ya no estaba, así que con mi
sonrisa tonta entré directo a la ducha del vestidor para refrescarme y ponerme
el uniforme, a los pocos minutos como ya lo esperaba llegó Santiago y mi
jornada laboral siguió sin contratiempos. Pero a Santi, como cariñosamente le
digo a mi jefe, nada se le escapa, así que enseguida que notó mi embobamiento
me acribilló a preguntas
-¡Cuéntamelo
todo!!!
-contarte qué
-si, no te
hagas que te conozco querida, y esa carita me dice que hay alguna bella dama
por ahí
-ay Santi, siempre
lo he dicho eres brujo
-ajá, cómo se
llama
-Zafiro
-¡Qué!! ¿Fuiste
acaso a una joyería?
-jajajaja… no
Santi, ese es su nombre
-oh por Dios,
dónde la conociste
-pues hace unos
diez minutos antes de entrar, estaba allí en la esquina
-No me digas,
desde cuándo tratas con vagabundas
-jajaja.. ¿Y
qué te hace pensar que era una vagabunda? Pues no, una jovencita, de unos
veinte o menos, con unos ojazos azules bellísimos, cuerpo de infarto y sin duda
con un diseñador privado en su armario, que se quedó prendada de mi camisa.
-jajajajajajaja…
si, claro, tu camisa
-mi camisa. Eso
me dijo
-ok, y le
pediste el número de teléfono al menos?
-pues no
Y haciendo su
típico escándalo fue dando gritos y manoteando
-Por dios Lisa,
se te aparece una belleza y la dejas escapar, es que estás lista para irte al
convento o qué, cuánto tiempo más vas a durar en abstinencia, mira que ese
cuerpecito tuyo necesita cariñitos de vez en cuando, pero no, tu vas
desaprovechando oportunidades a diestra y siniestra!!!
Me eché a reír,
terminé de acomodar las mesas y me acerqué a la barra donde estaba él
acomodando los vasos
-Relájate
Santi, al que le van a dar le guardan, no te preocupes, además ¿qué posibilidades
tengo con una reina de belleza?, mejor cuéntame cómo van tus preparativos con
Sebastián, ¿ya compraste el traje?
-No querida, no
me cambies el tema, lo mío con Sebas va sobre ruedas, pero te advierto, a mi
boda no vas sin compañía, así que tienes un mes para conseguirte una novia, o
de lo contrario ni te aparezcas, no quiero solteronas revoloteando por ahí, son
de mal agüero
Abrí mis ojos
sorprendida y divertida a la vez con semejante ocurrencia
-Ok Santi, no
te preocupes, te enviaré flores por correo
Y sonriendo
abrí la puerta, ya comenzaban a llegar los primeros clientes.
Terminé
exhausta, sin embargo el camino de regreso lo hice a paso lento, la fría
madrugada de Medellín iba quitando mi cansancio, respiré profundo llenando mis
pulmones y disfrutando de la suave brisa que me acariciaba, llevaba poco camino
recorrido y la sensación de ser vigilada se apoderó de mí, miré a todos lados,
pero las calles estaban desiertas, quedaban diez cuadras enormes hasta mi casa
y tuve que acelerar el paso, aunque al mirar no había nadie sentí que me
seguían. Al fin llegué, sudorosa y más cansada aún, pero debía aprovechar esas
escasas tres horas de sueño, así que después de una rápida ducha que relajó mis
músculos caí en la cama y me dormí en seguida.
Escrito por Lis... Todos los derechos reservados
:-) me gusta, gracias
ResponderEliminargracias por tu comentario!! :D
Eliminarbuen comienzo, me ha gustado
ResponderEliminarGracias!! que lo disfrutes
EliminarMe gusta la personalidad coqueta de Lisa... Buen capitulo.
ResponderEliminarHola Karito, gracias por leer, me alegra mucho que te pases por mi blog
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