Escuché un
suave suspiro de Zafiro y nuestras miradas se encontraron, ella sonrió
dulcemente y, sin avisarme, me tomó en sus brazos y saltó, la fuerza de su
impulso hizo que dibujáramos una amplia parábola que nos llevó justo hacia el
borde del cráter, en el lugar donde habíamos descendido
-¡aaaaaaahhh!!
¿Me querías matar de un susto o qué?
-jajajajaja qué
exagerada… es que quiero que veas el tallado desde arriba, pues a ras de suelo
no se aprecian bien muchos detalles debido a sus dimensiones.
-¡A la próxima
avisas…!!!
-bueno, ya deja
de quejarte y sube
Dijo con una
sonrisa mientras me abría la puerta del auto, le obedecí haciendo un mohín
arrugando la nariz. Tomamos cierta altura y una potente luz delantera iluminó
la totalidad del cráter, visto desde ese punto aquel monumento lunar era
sencillamente hermoso.
-¡Oh!
-Lo sé, se ve
mejor a distancia, volveremos en unas semanas, pues la luz del sol destaca
detalles que la artificial no puede… por ahora tengo otro destino en mente
Yo la miré entre
confundida y asombrada. La luz se apagó, y sólo me di cuenta de que nos
movíamos cuando volví a ver la luz del sol reflejada en la arena lunar.
-ya puedes quitarte
el casco, a donde vamos no lo necesitarás
-¿volvemos a
casa?
-Sí, volvemos a
la Tierra
Le obedecí y me
quité el casco dejándolo descansar sobre mis piernas y sacándome los guantes en
el proceso. No podía quitar la mirada del vasto espacio frente a nosotras,
donde la tierra iba aumentando de tamaño cada milésima de segundo dada la
velocidad a la que íbamos; el cálido roce de su mano sobre la mía hizo que
pudiera ver el guiño que me hizo con sus ojos y su sonrisa juguetona, le hice
una interrogación muda juntando mis cejas, ella solo se encogió de hombros y me
señaló con su mentón hacia el frente, entonces devolví mi mirada al espacio
para quedar boquiabierta con las luces boreales que danzaban sobre el polo
norte.
Volamos en
círculos para poder contemplar con mayor detenimiento aquel espectáculo
natural, luego dimos unas dos vueltas al planeta mientras ella, como si de una
clase de geografía se tratara, me iba señalando sus lugares favoritos, a la vez
que me daba una pequeña lección de meteorología y las diversas formaciones de
nubes existentes. Debo decir que aprendí más con ella en esos pocos minutos que
en mis doce años de escuela ya olvidados.
Nos acercamos
al océano Pacífico y entramos en la atmósfera terrestre, volando sobre esa
tenue franja en penumbra que separa la noche del día, de momento solo podía
contemplar el inmenso azul profundo del mar, pero luego, poco a poco comencé a
distinguir algunos puntos más claros, donde se formaban grupos de islas,
seguimos sobrevolando ya claramente en la zona diurna, y nos alejamos de esas
formaciones insulares hasta estar de nuevo en mar abierto, pero justo cuando
creí que seguiríamos quién sabe a dónde, ella descendió considerablemente,
entonces pude notar una diminuta formación coralina, abandonada en medio del
inmenso océano, un hermoso atolón que formaba un círculo casi perfecto.
Yo sonreía como
tonta, ver todo aquella belleza desde el aire y en su compañía era lo mejor de
lo mejor. Tal vez tendría ahora una clase sobre la formación de las islas, o
sobre las mareas, debido a la poca altitud a la que volábamos, o quizá fuera
una demostración del vuelo de las gaviotas y otras aves marinas, a las que
perseguíamos en círculos sobre el atolón, estaba en total expectativa,
simplemente disfrutando cada nanosegundo de ese vuelo maravilloso.
Su velocidad se
redujo notablemente al tocar el agua en el lago interno del atolón, entonces la
mire con un gesto de ironía.
-¡esto ya es el
colmo! ¿También navega? ¿Y qué más hace, se convierte en submarino?
-jajajajajajaja-
digamos que sí, se parece un poco a la dueña, es muy resistente y versátil
-¡Dios!!! Nadie
va a creerme
-¿Es necesaria
la credibilidad de otros?
-pero… algo
tendré que decirles sobre mi desaparición este fin de semana en compañía de una
hermosa y aterradora mujer… además que poder hablar sobre ti te haría más real,
pues de mis amigos solo Richard te ha visto, y sinceramente estos días contigo
han sido demasiado bellos para ser reales
-puedes contar
lo esencial sin entrar en detalles… ¿no crees?
-Sí, bueno,
tienes razón
-¿Es tan
importante que todos conozcan tus intimidades?
-¡No!!... cómo
te explico… es solo que quisiera poder hablar de ti con libertad, y compartir
un poco la felicidad que le has traído a mi vida en estos días, lo maravilloso
que es pasar el tiempo junto a ti… eso es lo importante… no es necesario decir
que me llevaste de paseo a la luna, ni nada por el estilo, porque
independientemente de todo esto, -dije con un gesto circular de mi brazo
señalando el todo y la nada,- es tu compañía la que lo hace maravilloso
-oh, ya veo,
¿quieres presentarme oficialmente?
Abrí mis ojos atónita ¿tan evidente era?
-no… bueno, sí, ¡No!... ¡no lo sé!!
-jajajajaja te
ves adorable cuando te sonrojas
-Zafiro…
-… ¿sí?
-es que… (¿quieres ser mi novia? La pregunta sonó
fuerte en mi mente) ¡nada! Solo… ¡gracias! –dije cerrando la distancia y
abrazándome a su cuello en la medida que la estrechez del auto lo permitía
-¿qué es lo que
agradeces?
-el fin de
semana más maravilloso que he tenido en toda mi vida
-uh… eso suena
a que ya te aburriste
-¡No!! No quise
decir eso
-entonces no
agradezcas lo que yo también he disfrutado… además, aquí el domingo apenas
empieza, así que lo siento por ti si ya querías irte a casa, pero te informo
que es hora de salir del Skadi
-No quiero
volver a casa… (quiero vivir contigo… ¡Por
Dios qué estoy pensando!!!)
-Me alegra
escucharlo, pues planeo retenerte durante las siguientes 12 horas
Sonreí feliz de
que no pudiera leerme el pensamiento, y también de saber que aún tenía todo un
día para disfrutar su compañía. Abrí la puerta pero la volví a cerrar de
inmediato al ver que estábamos sobre el agua, en el centro del atolón y por el
color del mar parecía no tener fondo.
-es muy
profundo… dije con cierto temor
-jajajaja de
qué te asustas si nadas perfectamente, solo quítate la ropa, así no tendrás que
cargar con todo ese peso extra
-debiste
decirlo antes
-creí que no
era necesario, ¿es obvio, no? Aquí no se necesita tanta ropa, ¿acaso no has
visto el paisaje alrededor?
-sí, bueno, ya
no te burles… creo que aún estoy en la luna… tú me sacas de la realidad todo el
tiempo
No supe en qué
momento, pero ella ya estaba luciendo un seductor bikini de un brillante color
lila que lucía perfecto sobre su piel turquesa, abrió su puerta y saltó al
agua, entonces torpemente procedí a quitarme toda la ropa que traía… ¿Por qué
en primer lugar, me había dejado esa ropa para mí si planeaba traerme al mar?
Terminé de
desnudarme y entonces noté el color de ropa interior que traía y al que al
salir de la ducha no le había puesto atención con tantos afanes, era un
conjunto de baño muy sensual, de un brillante tono rojo escarlata que resaltaba
sobre mi piel como un anuncio de neón, ella sí que había planeado muy bien mi
ropa, sentí vergüenza en el acto, y creo que mi cara se puso más colorada que
las diminutas prendas, pero cerré mis ojos, abrí la puerta y salté al agua con
la esperanza de que el mar cubriera mi pudor, ¿por qué no había prestado más
atención al vestirme esta mañana?
Me sumergí lo
suficiente para disipar mis temores y luego salí a la superficie, ella emergió
alegremente frente a mí, retándome en una carrera de nado hasta la orilla, que
de carrera no tuvo nada pues jugueteamos durante todo el trayecto
Caminamos por
la suave arena de la orilla, recorrimos la pequeña extensión de vegetación,
recolectamos pequeñas conchas marinas e hicimos unas buenas horas de buceo, la
belleza de los corales y la fauna submarina me dejó maravillada. Me enseñó a
recolectar ostras de las que disfrutamos su sabor y en las que encontramos siete
hermosas perlas, completamos el almuerzo con unos peces que ella sacó del mar
abierto, y que asados tenían un sabor exquisito.
Hicimos el amor
sobre la playa, entre la caricia de las olas y el cálido sol del atardecer, así
recibimos la noche y pudimos luego contar estrellas fundidas en un íntimo
abrazo que ninguna de las dos tenía intención de romper… el silencio entre las
dos solo era roto por mutuos besos cargados de dulzura y amor, pues las
palabras eran insuficientes para expresar lo que estaba experimentando, tuve la
conciencia clara de que en sus brazos había encontrado por fin mi lugar en el
mundo.
-es hora de
volver
-no quiero
-tienes clase
en una hora
-¿Qué?
-así es
-pero… si es
media noche
-Aquí son las
dos de la madrugada, pero en tu bella patria ya son las 7am
-¡No!... ¿cómo?...
no llegaremos a tiempo
En cuanto lo
dije quise no haber dicho nada, en mi burbuja personal había olvidado la
alucinante velocidad de Skadi, seguramente estaríamos en Medellín en menos de
lo que dura un parpadeo. Ella puso sus ojos en blanco con un gracioso gesto de
exasperación
-¡eres tan
olvidadiza!
-sí, ya lo sé,
estaremos allí en un segundo… ¿pero realmente tengo que ir?
-Tú dirás… puesto
que pasaste casi cinco horas dibujándome para poder entregar tus deberes
-Está bien…
pero creo que no estaré en el estado mental adecuado para recibir clases
-um… no pensé
que sería tan perjudicial para ti
Frunció las
cejas con una sombra de decepción en la mirada, yo me apresuré a tomar su
rostro entre mis manos para aclararle mis palabras
-¡No!! No me
malinterpretes… lo que quise decir es que no es tan fácil bajar del cielo,
contigo he estado en el paraíso y creo que tendrán que pasar unas buenas horas
mientras vuelvo a adaptarme a la vida terrenal, o que al menos logre ser algo
funcional con la rutina de mi cotidianidad, pues dudo que logre “aterrizar” del
todo
La besé tierna
y apasionadamente, para dejarle en claro a qué me refería con el paraíso,
dejando el paisaje circundante como mero telón de fondo, cualquier maravilla
natural perdía importancia cuando, no solo nuestros cuerpos sino, sobre todo
nuestras almas se fundían de aquella manera. Culminé el beso con la misma
suavidad que lo había empezado, para decirle en un susurro
-volvamos a
casa
Tal como lo
había pensado, estuvimos en casa de Zafiro en menos de un minuto, hubo tiempo
suficiente para un buen baño que sacara la salinidad de nuestros cuerpos. Me
devolvió mi ropa en estado de limpieza, la miré extrañada, pues ya había
olvidado lo que traía puesto para encontrarme con ella.
Después de
vestirme con mi querido jersey de rayas azules, los jeans grises y mis
converse, sin olvidar la chaqueta impermeable de color gris oscuro, tomé los
dibujos que había hecho de Zafiro y los guardé cuidadosamente en una carpeta
que ella me prestó, agregué unos cuantos papeles en blanco y algunos lápices
para trabajar en clase, desayuné otra de sus exquisiteces en su cocina y al fin
salimos rumbo a la universidad.
Nos despedimos
con un suave beso y bajé del auto. Caminé directo a la puerta como si estuviera
soñando, ahora comprendía cabalmente el surrealismo, pues después de semejantes
vivencias allí estaba, caminando sobre los adoquines de cemento, de vuelta a la
realidad.
Encendí mi
teléfono, y ni siquiera me sorprendí al descubrir el escandaloso número de
llamadas perdidas y los mensajes que tenía en mi buzón. Suspiré. Sí, estaba de
vuelta, y aquel sería un largo día.