Quedé un poco
sorprendida, por supuesto que había escuchado sobre los rayos del Catatumbo,
pero verlos en persona sería tan emocionante, estaba tratando de asimilar la
información, muy seguramente con mi cara de idiota, cuando Zafiro me tomó de
una mano y me hizo dar una graciosa vuelta sobre mí misma
-¿y bien, te
gustan los cambios?
-¿cambios?
No tenía la
menor idea de qué estaba hablando, ¿acaso no íbamos rumbo al Catatumbo? O dijo
algo más y no la escuché, ¿de qué me perdí?
-jajajajajaja
tu cara es un poema, mírate, ¿o pensaste que saldríamos de aquí sin dejar que
te vieras al espejo?
-ah…
No había notado
que estaba frente al enorme espejo de su baño, ella estaba justo detrás, con
sus manos en mi cintura, mirándome por el espejo sobre mi hombro derecho, le
sonreí y me fijé en mi propio reflejo.
Por un momento
quedé sin palabras, siempre me había gustado lo que veía en el espejo, pero
ahora parecía que veía el reflejo de mí misma a los 20 años, los cambios eran
muy sutiles y eso me encantaba, era yo misma, pero más joven, lo único notable
era el cabello, su color castaño se había aclarado unos dos tonos y había
adquirido un toque rojizo que le daba más armonía a mi rostro, y mis cejas
ahora lucían perfectas, agradablemente más pobladas y mejor delineadas, mis
ojos habían ganado con ese pequeño cambio.
Mi sonrisa se
ensanchó, levanté los brazos eufórica y di una vuelta para quedar frente a
Zafiro y agradecerle apropiadamente. Mi beso la sorprendió por un instante pero
en seguida me respondió, fue un beso cargado de alegría, juntas lo terminamos
con una gran sonrisa
-eres
maravillosa, gracias de corazón, por todo
-gracias a ti,
me has dado esperanza, y sabes… me gustas mucho, pero los cambios que sugeriste
realmente se sientan de maravilla
-cambios que tú
hiciste- enfaticé- me veo tan joven
-eso es porque
rejuvenecí la edad biológica de tu cuerpo
-¿cómo?
-sí, rejuvenecí
todas tus células, ahora tienes el cuerpo de unos 19-20 años aproximadamente
-waaao, me has
quitado literalmente 10 años de encima…¡¡¡y me encanta!!!!
-me alegra que
te hayan gustado los cambios
-no me gustan,
me fascinan… ahora sí ¿nos vamos?
-Vamos
Subimos a Skadi
y ésta salió disparada hacia el cielo con ese estallido bajo que ya conocía, al
instante ya habíamos descendido sobre el mar, era intimidante, el negro reinaba
solemnemente, sabía que estábamos sobre el agua por los suaves destellos
plateados que la luz de la luna reflejaba sobre su ondulada superficie. Pero
apenas si pude apreciar el negro paisaje, al siguiente segundo ya teníamos
justo enfrente la imponente luz violeta de una descarga eléctrica.
Zafiro redujo
notablemente la velocidad, como si navegáramos tranquilamente sobre el río.
Habíamos remontado el Catatumbo desde su desembocadura en el lago Maracaibo y
ahora nos acercábamos a una de sus orillas. Nos detuvimos en tierra, en una
zona rocosa por lo que pude apreciar con el destello del siguiente relámpago,
justo detrás de una enorme piedra un poco más grande que Skadi
-Por favor
quédate dentro, no es seguro para ti que salgas, podrás verlo todo desde aquí
pero te suplico que no salgas por ningún motivo
-no pensaba
salir, aquí la inmortal eres tú
-Skadi es muy
segura, estarás bien
-lo sé, ve
tranquila, te espero aquí
El dispositivo
de seguridad nos liberó y ella se giró hacia mí, correspondí su gesto, por
primera vez vi en Zafiro un atisbo de nerviosismo, estaba ante lo que sería un
evento muy importante en su vida si lo que iba a realizar tenía éxito. Inspiré profundo
y me acerqué a ella lo que más me permitía aquella postura, uní mi frente a la
suya y tomé su rostro entre mis manos.
-todo estará
bien
Susurré junto a
sus labios una y otra vez tratando de transmitirle todo mi apoyo
-todo estará
bien, confía
La sentí
inspirar profundamente, depositó un ligero beso sobre mis labios y salió, una
vez fuera se despojó de sus ropas, las dejó sobre su silla y cerró la puerta
activando a la vez el sistema de seguridad que me sujetó a mi propia silla. Se
quedó un momento en pie junto al auto y luego la vi caminar lentamente hasta
subir a lo más alto de la piedra junto a la que nos habíamos detenido. Se quedó
en pie, como una majestuosa estatua de hielo, sostenía entre sus manos el
frasco con el extracto de mi ADN, lo sabía porque la había visto tomarlo entre
sus dedos, pero a ojos de cualquier otro observador incauto parecería que ella
estaba orando, su semblante reflejaba la concentración pura.
Sentí el cambio
en la atmósfera, las nubes brillaron con las luces azul violeta de varios
relámpagos, la carga eléctrica se notaba en el aire. El primer rayo cayó
potente sobre Zafiro, una hermosa descarga de luz de tonos violeta, ella lo
esperaba con los brazos abiertos y el rostro dirigido al cielo, su cuerpo
entero se transformó en luz por un brevísimo instante, elevándose casi un metro
sobre la roca. Dos esferas de luz se formaron en torno a sus manos, las fue
acercando frente a su pecho y las dos esferas fueron una, ésta levitó
lentamente hasta estar justo sobre su frente, y, en ese momento una descarga más
potente que la anterior cayó sobre ella, y luego otra más, y otra más y otra
más.
Los rayos
descendían sobre la roca, pues ya me era imposible distinguir su figura entre
tanta luz, sin contar que el sonido era ensordecedor. Mi corazón se encogió, ¿y
si no había resultado?, ¿y si en lugar de hacerle bien le había hecho daño?, ¿y
si se había vuelto vulnerable?, sentí crecer el pánico en mi pecho, no podía
perderla así.
-¡¡¡ZAFIRO!!!
El grito se
escapó de mi garganta, quería salir corriendo y abrazarla, saber que todo
estaba bien, que ella estaba bien, pero por más que luché no pude liberarme de
mi asiento y las lágrimas inundaron mis ojos nublando mi visión, solo
distinguía los flashes de luz que me indicaban que la lluvia de rayos seguía
cayendo implacable sobre aquella roca donde estaba la mujer que amaba. Sí, ella
tenía que estar ahí, no soportaba el pensamiento de que algo le hiciera daño y
un momento de duda había bastado para hacerme ver que era posible su pérdida.
Su nombre salió
de mis labios como un grito, como una súplica, como una necesidad, las lágrimas
eran ya un torrente, no soportaba más la incertidumbre y los flashes de luz no
se interrumpían. Ya no pude pronunciar más palabras, solo sollozaba impotente
mirando aquella danza de luz que se me hizo macabra.
Cuando creía
colapsar un eco de sus palabras vino a mi mente, “si logras desarrollar el autocontrol, podrás tener un mejor dominio de
ti misma que el resto de los humanos” necesitaba serenarme. Respiré
profundamente una y otra vez hasta que las lágrimas cesaron “medita” Cerré mis ojos y me centré en
el propio latido de mi corazón hasta que su ritmo dejó de ser un frenesí
alocado para convertirse en una suave danza de pulsaciones más serena cada vez.
Cuando la paz volvió a mí abrí los ojos.
Parecía que una
estrella se había posado sobre la roca y extendía ramas de luz hacia las nubes,
aunque bien sabía que el proceso era a la inversa y eran las nubes quienes
alimentaban aquella esfera luminosa, tuve que protegerme del resplandor con una
mano, pues se había hecho demasiado intenso como para mirarlo fijamente.
Después de lo
que me pareció una eternidad la luz disminuyó a medida que los rayos fueron haciéndose
más escasos, luego todo quedó en silencio y no hubo más descargas, solo una
figura luminosa en pie sobre la roca, quien la viera diría que era una
aparición divina, un ángel, una diosa, imponente, hermosa, majestuosa, hecha
solo de luz.
Lentamente descendió
y se ubicó junto a mi puerta que se abrió y al instante la silla me liberó de
su prisión, quedé en pié frente a ella, muda ante la majestuosidad de su
aspecto, Dios tendrá que verse de manera parecida, pues todo lo que me ordenaba
mi instinto era inclinarme a sus pies y adorarla, sin embargo sus manos cálidas
tomaron las mías mucho antes que mi cuerpo hiciera movimiento alguno. Me es
imposible describir con palabras lo que estaban viendo mis ojos.
Su mano derecha
se posó bajo mi mentón y me hizo alzar el rostro para encontrarme con su
mirada, ella sonreía dulcemente, yo sonreí y quebré la barrera de mi propia
estupefacción, en un impulso la abracé estrechamente
-¡estás aquí!
-aquí estoy
-por un momento
creí que te había perdido
-lo sé, te
escuché
-estás aquí, no
vuelvas a hacerme algo así, no puedo soportarlo
-tranquila, al
parecer sigo siendo indestructible
-¿funcionó?
-pues por el
momento tu ADN se ha mezclado con el de las células de mi amígdala cerebral y
éstas no lo han rechazado, así que esa parte funcionó, habrá que comprobar si
ha logrado derribar la barrera de terror
La abracé por
un momento más hasta que ella suavemente se separó de mí
-vamos antes
que vengan de nuevo sobre mí, los atraigo irremediablemente, soy para ellos como
un imán
Me hizo entrar
de nuevo en el auto, se vistió y se sentó en su lugar y salimos de allí
-creí que nos
quedaríamos aquí eternamente
-solo fue una
hora
-oh, no lo
creo, fue demasiado tiempo
-no, comprueba
el reloj
-¿qué reloj?
Me entregó mi
celular. ¿pero cómo…? Lo miré y efectivamente eran las 8 de la noche, solo
había pasado una hora desde que salimos de su casa
-¿cómo es que llegó
mi celular aquí?
-creí que lo
necesitarías
Suspiré resignada,
¿en qué momento había pensado en ese bendito aparato?, pero así es ella,
siempre sorprendiéndome.
-¿Cuánto tiempo
durarás así, ya sabes- la señalé completa- con toda esa luz?
-ah, ya pasará
en una media hora
-tienes el
aspecto de una divinidad
-todos los que
me han visto luego de un banquete de éstos piensan lo mismo
-no puedo
imaginar por qué será, no es como si estuvieras brillando con luz propia
Soltó una
sonora carcajada ante mi sarcasmo
-jajajaja
claro, no sé por qué, tal vez en la mente colectiva un dios está hecho de luz y
al verme así inmediatamente la imagen visual concuerda perfectamente con la
imagen mental y… ¡taraaan! Aquí hay un dios frente a mí
-¿y a dónde nos
dirigimos tan lentamente?
-¿voy muy
lento?
-si llegamos aquí
desde Medellín en menos de un minuto y ahora que vamos tan tranquilamente por
el lago Maracaibo no dejo de sentir curiosidad
-pues estoy
haciendo tiempo hasta dejar de ser un ente luminoso, estaremos llegando a Bombay
en aproximadamente 45 minutos
-¿Bombay?
-para entonces
allí serán casi las 7 de la mañana y sus calles estarán tan abarrotadas que
tendremos que avanzar a empujones… el sitio perfecto para saber si por fin dejé
de causar terror a la raza humana
-¿y si no?
-habrá una
estampida
-suena peligroso
-así es, pero
seremos cuidadosas, no te preocupes, mientras tanto, ¿prefieres hacer el viaje
por mar o por aire?
-nunca he
navegado, pero preferiría hacerlo de día, el mar de noche es intimidante
-oh, no lo es,
es hermoso, solo que no lo has apreciado bien, por eso le temes… entonces, por
mar será
Skadi se
deslizaba suavemente sobre las olas, hacía ya unos minutos que habíamos dejado
atrás las costas venezolanas y nos adentrábamos en el océano atlántico, me
mostró en un holograma del globo terráqueo la ruta que estábamos tomando, formando
una S desde el lago de Maracaibo hasta las costas de la India. En ese momento íbamos
en medio del océano frente a Brasil y Nueva Guinea rumbo hacia el sur
-en unos 10
minutos estaremos cerca del polo sur, ¿quieres dar un vistazo?
-me encantaría,
pero creo que no vengo vestida apropiadamente para esas temperaturas
-pero no he
hablado de caminatas, solo si quieres ver desde aquí
-Entonces supongo
que sí, no quiero congelarme
-bien,
entraremos solo un momento y luego seguiremos
Efectivamente
diez minutos después nos adentrábamos por la hermosa blancura del polo sur, por
primera vez en mi vida podía ver la nieve y eso me emocionó profundamente, no
me importó el frío, le pedí que se detuviera y nos bajamos unos minutos, el
cambio de temperatura fue brutal, pero estaba feliz de poder tocar la nieve con
mis manos y caminar un poco por aquel valle plateado, Zafiro se mantuvo junto a
mí transmitiéndome su calor evitando así que el frío austral me hiciera daño.
En medio de
aquella blancura Zafiro parecía brillar aún más, pero demasiado pronto para mi
gusto, mis pies no resistieron tanto frío y tuvimos que volver dentro de Skadi
y reanudar nuestro camino, poco a poco fui notando que el resplandor de su piel
se iba atenuando así como nos acercábamos progresivamente al amanecer, cuando vimos
las primeras luces de la aurora íbamos ya frente a las costas de Somalia, pocos
minutos después teníamos a Bombay frente a nosotras, para entonces Zafiro había
vuelto a la normalidad con su hermosa piel azul frente al sol de la mañana que
la hacía parecer de hielo pulido. Suspiró audiblemente.
-llegó la hora
de la verdad
-¿nerviosa?
-yo diría que
expectante, entraremos por uno de los puertos más alejados, y si todo va bien
iremos al centro de la cuidad
Avanzamos lentamente
hasta que se detuvo en el puerto que había señalado, nos miramos y permanecimos
en silencio un instante, quitó la seguridad de las sillas y me sonrió, no
necesitamos palabras, la resolución estaba ya en sus ojos, y las puertas se
abrieron.