lunes, 24 de marzo de 2014

Zafiro 11

Fue un corto beso, dulce y tierno, perfecto para degustar una vez más el sabor exquisito de su boca.

-¿estás segura de que solo necesitarás 24 horas para examinarme?... eso de revisar cada molécula de mi ADN suena algo complejo y con muchas horas de examinación rigurosa

Dije mirándola con cierta picardía, estaba claro que deseaba pasar junto a ella el mayor tiempo posible, ella por toda respuesta solo me sonrió y me dio un besito juguetón en la nariz

-No sabes cuánto agradezco que hayas aceptado brindarme tu colaboración, aunque… esto que ha sucedido, es muchísimo más de lo que yo podía esperar –dijo acariciándome suavemente la espalda mientras me estrechaba en su abrazo- Me alegra que estés aquí.

Me miró a los ojos con intensidad y suavemente se deshizo de mi abrazo para tomar mi mano y conducirme hacia el jardín por una puerta muy cercana a la sala en la que estábamos. Era casi mediodía y el sol brillaba con toda su fuerza, cosa que me hizo cerrar los ojos mientras me acostumbraba al exceso de luz, las manos de Zafiro subieron de temperatura y la corriente eléctrica que de ellas emanaba se hizo más fuerte pero agradable al tacto, la sentía como un hormigueo sutil.

-Abre los ojos Lisa, quiero mostrarte cómo luzco realmente bajo el sol, por eso te traje al jardín

Quedé alucinada, su cuerpo entero, incluso su cabello tenían ese brillo intenso como el de un bloque de hielo translúcido al sol, las tonalidades azul turquesa variaban de intensidad desde un tenue blanco azulado en las zonas más iluminadas hasta el turquesa más oscuro en las zonas de sombras, tenía absoluto sentido que su madre la haya confundido con la diosa de invierno. En mi total embobamiento lo único en lo que pensaba era en tener una cámara a la mano para retratar aquella maravilla que era el cuerpo de Zafiro al sol.

Ya estaba encabezando mi lista de deseos el poder hacer una pintura de Zafiro al natural en una mañana soleada, comencé a fantasear con las variaciones de luz, cómo se vería al amanecer, o a la luz anaranjada de un atardecer, imaginaba que en el agua debía ser casi que invisible, pues el color de su piel le daba el camuflaje perfecto, salvo por su cabello azul-violeta.

-Tierra llamando a Lisa… ya sé que soy hermosa, pero cierra tu boca que se te entrarán las abejas

Me ruboricé de tal manera que no tenía nada que envidiarle a un pimentón

-el rojo te queda, ¿lo sabías?... creo que es la hora perfecta para hacer buceo en agua dulce, la temperatura subió unos cuantos grados por aquí

Dijo acercándose a mí y tomándome de la cintura. No supe lo que hacía hasta que dejé de sentir el suelo bajo mis pies, Zafiro me tomó en sus brazos y en unas pocas milésimas de segundo atravesamos el jardín y llegamos a la orilla de la laguna que había visto la noche anterior, hizo una breve pausa, solo para advertirme que tomara aire y se lanzó al agua conmigo todavía en sus brazos

El agua estaba fría a pesar del intenso sol de mediodía, pero la piel de Zafiro irradiaba agradables ondas de calor, ella nadó conmigo en brazos hasta que estuvimos en la parte más profunda del lago, entonces abrió sus brazos para que yo pudiera nadar por mi cuenta, yo sonreía como tonta y empezamos a juguetear por un buen rato, hasta que en un momento del juego se acercó para retarme

-¿cuánto puedes aguantar bajo el agua?
-creo que un minuto o dos, hace mucho que no voy al gimnasio y estoy fuera de forma

-¿gimnasio bajo el agua?

-bueno, una de mis rutinas era la natación, pero como te digo, hace mucho que no me ejercito

-las buenas cosas no se olvidan, veamos cuánto aguantas

Y se hundió en el agua, yo tomé una profunda bocanada y la seguí hacia las profundidades, me sorprendió la transparencia del agua que permitía una perfecta visibilidad, aunque solo viera peces, debía ser muy profunda en ese punto pues no lograba ver el fondo. 

Zafiro iba delante de mí cual una sirena, podía seguirla por su cabello, pues su piel se camuflaba perfectamente con el agua, sin embargo a los pocos minutos tuve que volver a la superficie por oxígeno para luego volver a sumergirme y tratar de seguir la estela azul-violeta de su cabello, pero había desaparecido, buceé en círculos pero no la encontraba, iba a emerger de nuevo por aire pero unas manos me sujetaron las piernas, para ir ascendiendo lentamente hasta mi cintura, su boca se unió a la mía llenándome con el aire de sus pulmones, pero ni el ansiado aire pudo superar la calidez electrizante de su piel sobre la mía, una calidez que se instaló en mi vientre y me aceleró el corazón, y fue más la necesidad de ella que del aire, el beso se hizo intenso, ardiente, y aunque parezca imposible me encendí en llamas bajo el agua, y fue ella quien nos llevó a la superficie mientras yo me fusionaba en su piel, el sabor de Zafiro, tan dulce y cálido inundó mis sentidos, y ella me entregó su placer, y fuimos una en medio del agua.

No hubo tiempo y espacio, solo las dos en entrega mutua, fundidas como se funde el acero en la lava ardiente, y el agua como perfecto elemento, libertad absoluta de movimientos, flotando unidas sobre un océano de emoción y afecto.

Sin embargo el ocaso se acercaba vestido de arreboles, nos miramos lamentando tener que salir del agua, de esa burbuja de intimidad embriagadora, para volver a lo cotidiano, que ahora me parecía tan lejano e irreal, ¿por qué tenía que volver? 

Parecía mentira que tuviera otra realidad que no fuera Zafiro. Si, es estúpido, solo llevaba con ella casi dos días, pero fue suficiente para llenar mi ser de tanto amor, para sentirme al fin plena y feliz, como me sentí alguna vez con quien fue mi todo, Zafiro en poco tiempo cicatrizó mi corazón roto y me devolvió esa capacidad de amar tan absoluta que creí haber perdido.

Hicimos el camino de regreso a la casa lentamente, abrazadas y en silencio, nuestras miradas lo decían todo. Subimos a la habitación y nos vestimos, ella iba a comenzar a maquillarse para ocultar su piel, entonces me acerqué a ella abrazándola por la espalda y le susurré al oído

-No lo hagas

Ella me miró a través del espejo, le sostuve la mirada

-no lo hagas, ya no te escondas más, diosa o humana, tú eres así, no necesitas camuflar tu hermosura

Ella me sonrió por respuesta y yo dejé un cálido beso bajo su oreja.

Sentí extraña la ropa, después de haber pasado tantas horas desnuda junto a Zafiro. Tomadas de la mano bajamos nuevamente a la cocina, ella pensaba en todo, me hizo sentar nuevamente como esa mañana, mientras ella me preparaba algo de comer, solo que esta vez las dos estábamos vestidas. Me extrañó el delicioso aroma que inundó el lugar

-¿pescado? Creí que eras vegetariana

-no es para mí, es para ti, y sabes que mi alimento es el sol, aunque para mi placer gustativo prefiera los vegetales a la carne. Te estoy preparando una de las recetas preferidas de mi madre: salmón ahumado acompañado de patatas y verduras en una salsa ultra secreta

Dijo aquello casi en susurro y guiñándome un ojo. Me sentí honrada como nunca, de que ella me preparara un plato tan especial para ella, pues se notaba que amó a su madre profundamente. 

Mientras todo se estaba cociendo ella me contó intimidades domésticas, como los sabores preferidos de su infancia y la decoración de su casa paterna, me explicó que la sala que vi al entrar en la casa, llena de pieles y muebles rústicos era una copia del inmobiliario que tenía su madre junto al fuego, donde se dentaban juntas a tejer o a remendar la ropa de su familia, tenían las mejores pieles de los animales que su padre cazaba para el sustento familiar, pero las que ella tenía en esta casa eran de animales que ella personalmente había cuidado hasta su muerte natural algunos siglos atrás, y consideraba que conservar sus pieles era una manera de honrar el amor y la compañía que estos animales le brindaron en su soledad.

Ella volvió su atención a la cocina para advertirme que ya todo estaba listo, entonces le pedí que me dejara organizar la mesa, cuidadosamente tomé de su vajilla los platos y cubiertos que necesitaba y organicé la mesa, preparé también su puesto, pues no iba a permitir que me observara comer cuando sabía la carga sentimental que tenía la cena que había preparado. Ella sonrió por mi gesto y aceptó compartir conmigo la mesa, aunque tomó una porción muy mínima.

-¿has visto el tamaño de este pescado? Creo que te equivocaste y cocinaste un tiburón, es enorme, no podré sola con él, toma al menos la mitad

-¿siempre eres tan exagerada?

-soy paisa querida

-ya tomé la porción suficiente para degustar su sabor, y no hay afán, así que tómatelo con calma, puedes con él, has gastado mucha energía hoy

Sí claro que había gastado mucha energía y de la mejor manera, recordarlo solo hizo que me pusiera roja en el acto

-me encanta ese color, te queda tan bien

-Y a mí me encanta el tuyo

Sobra decir que aquel plato sabía exquisito, ella por su parte se divertía con mis gestos, y algún que otro quejido placentero que se me escapaba, claro yo me ponía roja, pero era inevitable ante tanto placer gastronómico. La comida empezaba a tener otro significado para mí que hasta entonces había ignorado por completo, pues me limitaba simplemente a no morir de hambre comiendo para llenar el estómago pero nunca disfrutando tanto ese placer del sentido del gusto y el olfato.

-tus ojos grises se oscurecen levemente cuando disfrutas de una sensación placentera… y ese tono rosado de tu piel como en este momento te da un aire de niña buena, te ves tan linda

Sí, ella sabía perfectamente como ruborizarme, y al parecer lo hacía a propósito, pero en el fondo me alegraba tanto que ella me encontrara linda, eso suplía el desequilibrio enorme entre las dos, agradecí entonces cosas que pasaba por alto de mí misma como mis ojos grises, mi piel blanca y el rubor de mis mejillas que tanto le gustaba, simples dones de la naturaleza a los que no les daba importancia.

Abordamos varios temas mientras acababa con mi cena, se mostró muy curiosa por saber de mi infancia, y hasta mis gustos más simples, hablar con ella no suponía esfuerzo alguno pues sentí la confianza fortalecerse sin límites. Hasta que al fin abordamos el tema de mi regreso a Medellín, y al parecer no era yo solamente quien quería permanecer junto a ella

-¿cuándo vendrás nuevamente Lisa?

-cuando tú quieras

-oh… eso abre muchas posibilidades…

- ah sí? ¿Cómo cuáles?

-mi auto es veloz

-¿qué insinúas?

-que no tienes que irte ahora, te llevaría a tus estudios y luego podría pasar por ti en la noche después de tu turno



Propuesta más tentadora no pudo hacerme, ¿qué hago?

5 comentarios:

  1. Perdonen la tardanza... pero los deberes universitarios me dejan poco espacio para escribir, además que también debo respetar el tiempo de la inspiración y escribir solo cuando las escenas llegan a mi mente... y eso en ocasiones tarda mucho... pero bueno, aquí está el capítulo 11, espero les guste.
    Feliz noche

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  2. Por fin!!!!! Pensé me ibas a dejar con ganas de leer más.
    Gracias!!!

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    1. jajaja... paciencia... yo también quiero llevar la historia hasta su término, solo que el ritmo de creación-redacción no es el más rápido en mi caso.
      Gracias por comentar!!

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  3. Leido!!! ... ahora... las paisas son exageradas???
    ;)

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