Fue un corto
beso, dulce y tierno, perfecto para degustar una vez más el sabor exquisito de
su boca.
-¿estás segura
de que solo necesitarás 24 horas para examinarme?... eso de revisar cada
molécula de mi ADN suena algo complejo y con muchas horas de examinación
rigurosa
Dije mirándola
con cierta picardía, estaba claro que deseaba pasar junto a ella el mayor
tiempo posible, ella por toda respuesta solo me sonrió y me dio un besito
juguetón en la nariz
-No sabes
cuánto agradezco que hayas aceptado brindarme tu colaboración, aunque… esto que
ha sucedido, es muchísimo más de lo que yo podía esperar –dijo acariciándome
suavemente la espalda mientras me estrechaba en su abrazo- Me alegra que estés
aquí.
Me miró a los
ojos con intensidad y suavemente se deshizo de mi abrazo para tomar mi mano y
conducirme hacia el jardín por una puerta muy cercana a la sala en la que
estábamos. Era casi mediodía y el sol brillaba con toda su fuerza, cosa que me
hizo cerrar los ojos mientras me acostumbraba al exceso de luz, las manos de
Zafiro subieron de temperatura y la corriente eléctrica que de ellas emanaba se
hizo más fuerte pero agradable al tacto, la sentía como un hormigueo sutil.
-Abre los ojos
Lisa, quiero mostrarte cómo luzco realmente bajo el sol, por eso te traje al
jardín
Quedé
alucinada, su cuerpo entero, incluso su cabello tenían ese brillo intenso como
el de un bloque de hielo translúcido al sol, las tonalidades azul turquesa
variaban de intensidad desde un tenue blanco azulado en las zonas más
iluminadas hasta el turquesa más oscuro en las zonas de sombras, tenía absoluto
sentido que su madre la haya confundido con la diosa de invierno. En mi total
embobamiento lo único en lo que pensaba era en tener una cámara a la mano para
retratar aquella maravilla que era el cuerpo de Zafiro al sol.
Ya estaba
encabezando mi lista de deseos el poder hacer una pintura de Zafiro al natural
en una mañana soleada, comencé a fantasear con las variaciones de luz, cómo se
vería al amanecer, o a la luz anaranjada de un atardecer, imaginaba que en el
agua debía ser casi que invisible, pues el color de su piel le daba el
camuflaje perfecto, salvo por su cabello azul-violeta.
-Tierra llamando
a Lisa… ya sé que soy hermosa, pero cierra tu boca que se te entrarán las
abejas
Me ruboricé de
tal manera que no tenía nada que envidiarle a un pimentón
-el rojo te
queda, ¿lo sabías?... creo que es la hora perfecta para hacer buceo en agua
dulce, la temperatura subió unos cuantos grados por aquí
Dijo
acercándose a mí y tomándome de la cintura. No supe lo que hacía hasta que dejé
de sentir el suelo bajo mis pies, Zafiro me tomó en sus brazos y en unas pocas
milésimas de segundo atravesamos el jardín y llegamos a la orilla de la laguna
que había visto la noche anterior, hizo una breve pausa, solo para advertirme
que tomara aire y se lanzó al agua conmigo todavía en sus brazos
El agua estaba
fría a pesar del intenso sol de mediodía, pero la piel de Zafiro irradiaba
agradables ondas de calor, ella nadó conmigo en brazos hasta que estuvimos en
la parte más profunda del lago, entonces abrió sus brazos para que yo pudiera
nadar por mi cuenta, yo sonreía como tonta y empezamos a juguetear por un buen
rato, hasta que en un momento del juego se acercó para retarme
-¿cuánto puedes
aguantar bajo el agua?
-creo que un
minuto o dos, hace mucho que no voy al gimnasio y estoy fuera de forma
-¿gimnasio bajo
el agua?
-bueno, una de
mis rutinas era la natación, pero como te digo, hace mucho que no me ejercito
-las buenas
cosas no se olvidan, veamos cuánto aguantas
Y se hundió en
el agua, yo tomé una profunda bocanada y la seguí hacia las profundidades, me
sorprendió la transparencia del agua que permitía una perfecta visibilidad,
aunque solo viera peces, debía ser muy profunda en ese punto pues no lograba
ver el fondo.
Zafiro iba delante de mí cual una sirena, podía seguirla por su
cabello, pues su piel se camuflaba perfectamente con el agua, sin embargo a los
pocos minutos tuve que volver a la superficie por oxígeno para luego volver a
sumergirme y tratar de seguir la estela azul-violeta de su cabello, pero había
desaparecido, buceé en círculos pero no la encontraba, iba a emerger de nuevo
por aire pero unas manos me sujetaron las piernas, para ir ascendiendo
lentamente hasta mi cintura, su boca se unió a la mía llenándome con el aire de
sus pulmones, pero ni el ansiado aire pudo superar la calidez electrizante de
su piel sobre la mía, una calidez que se instaló en mi vientre y me aceleró el
corazón, y fue más la necesidad de ella que del aire, el beso se hizo intenso,
ardiente, y aunque parezca imposible me encendí en llamas bajo el agua, y fue
ella quien nos llevó a la superficie mientras yo me fusionaba en su piel, el
sabor de Zafiro, tan dulce y cálido inundó mis sentidos, y ella me entregó su
placer, y fuimos una en medio del agua.
No hubo tiempo
y espacio, solo las dos en entrega mutua, fundidas como se funde el acero en la
lava ardiente, y el agua como perfecto elemento, libertad absoluta de
movimientos, flotando unidas sobre un océano de emoción y afecto.
Sin embargo el
ocaso se acercaba vestido de arreboles, nos miramos lamentando tener que salir
del agua, de esa burbuja de intimidad embriagadora, para volver a lo cotidiano,
que ahora me parecía tan lejano e irreal, ¿por qué tenía que volver?
Parecía mentira
que tuviera otra realidad que no fuera Zafiro. Si, es estúpido, solo llevaba
con ella casi dos días, pero fue suficiente para llenar mi ser de tanto amor,
para sentirme al fin plena y feliz, como me sentí alguna vez con quien fue mi
todo, Zafiro en poco tiempo cicatrizó mi corazón roto y me devolvió esa
capacidad de amar tan absoluta que creí haber perdido.
Hicimos el
camino de regreso a la casa lentamente, abrazadas y en silencio, nuestras
miradas lo decían todo. Subimos a la habitación y nos vestimos, ella iba a
comenzar a maquillarse para ocultar su piel, entonces me acerqué a ella
abrazándola por la espalda y le susurré al oído
-No lo hagas
Ella me miró a
través del espejo, le sostuve la mirada
-no lo hagas,
ya no te escondas más, diosa o humana, tú eres así, no necesitas camuflar tu
hermosura
Ella me sonrió
por respuesta y yo dejé un cálido beso bajo su oreja.
Sentí extraña
la ropa, después de haber pasado tantas horas desnuda junto a Zafiro. Tomadas de
la mano bajamos nuevamente a la cocina, ella pensaba en todo, me hizo sentar
nuevamente como esa mañana, mientras ella me preparaba algo de comer, solo que
esta vez las dos estábamos vestidas. Me extrañó el delicioso aroma que inundó
el lugar
-¿pescado? Creí
que eras vegetariana
-no es para mí,
es para ti, y sabes que mi alimento es el sol, aunque para mi placer gustativo
prefiera los vegetales a la carne. Te estoy preparando una de las recetas
preferidas de mi madre: salmón ahumado acompañado de patatas y verduras en una
salsa ultra secreta
Dijo aquello
casi en susurro y guiñándome un ojo. Me sentí honrada como nunca, de que ella
me preparara un plato tan especial para ella, pues se notaba que amó a su madre
profundamente.
Mientras todo se estaba cociendo ella me contó intimidades
domésticas, como los sabores preferidos de su infancia y la decoración de su
casa paterna, me explicó que la sala que vi al entrar en la casa, llena de
pieles y muebles rústicos era una copia del inmobiliario que tenía su madre
junto al fuego, donde se dentaban juntas a tejer o a remendar la ropa de su
familia, tenían las mejores pieles de los animales que su padre cazaba para el
sustento familiar, pero las que ella tenía en esta casa eran de animales que
ella personalmente había cuidado hasta su muerte natural algunos siglos atrás,
y consideraba que conservar sus pieles era una manera de honrar el amor y la
compañía que estos animales le brindaron en su soledad.
Ella volvió su
atención a la cocina para advertirme que ya todo estaba listo, entonces le pedí
que me dejara organizar la mesa, cuidadosamente tomé de su vajilla los platos y
cubiertos que necesitaba y organicé la mesa, preparé también su puesto, pues no
iba a permitir que me observara comer cuando sabía la carga sentimental que
tenía la cena que había preparado. Ella sonrió por mi gesto y aceptó compartir
conmigo la mesa, aunque tomó una porción muy mínima.
-¿has visto el
tamaño de este pescado? Creo que te equivocaste y cocinaste un tiburón, es
enorme, no podré sola con él, toma al menos la mitad
-¿siempre eres
tan exagerada?
-soy paisa querida
-ya tomé la
porción suficiente para degustar su sabor, y no hay afán, así que tómatelo con
calma, puedes con él, has gastado mucha energía hoy
Sí claro que
había gastado mucha energía y de la mejor manera, recordarlo solo hizo que me
pusiera roja en el acto
-me encanta ese
color, te queda tan bien
-Y a mí me
encanta el tuyo
Sobra decir que
aquel plato sabía exquisito, ella por su parte se divertía con mis gestos, y
algún que otro quejido placentero que se me escapaba, claro yo me ponía roja,
pero era inevitable ante tanto placer gastronómico. La comida empezaba a tener
otro significado para mí que hasta entonces había ignorado por completo, pues
me limitaba simplemente a no morir de hambre comiendo para llenar el estómago
pero nunca disfrutando tanto ese placer del sentido del gusto y el olfato.
-tus ojos
grises se oscurecen levemente cuando disfrutas de una sensación placentera… y
ese tono rosado de tu piel como en este momento te da un aire de niña buena, te
ves tan linda
Sí, ella sabía
perfectamente como ruborizarme, y al parecer lo hacía a propósito, pero en el
fondo me alegraba tanto que ella me encontrara linda, eso suplía el
desequilibrio enorme entre las dos, agradecí entonces cosas que pasaba por alto
de mí misma como mis ojos grises, mi piel blanca y el rubor de mis mejillas que
tanto le gustaba, simples dones de la naturaleza a los que no les daba
importancia.
Abordamos
varios temas mientras acababa con mi cena, se mostró muy curiosa por saber de
mi infancia, y hasta mis gustos más simples, hablar con ella no suponía
esfuerzo alguno pues sentí la confianza fortalecerse sin límites. Hasta que al
fin abordamos el tema de mi regreso a Medellín, y al parecer no era yo
solamente quien quería permanecer junto a ella
-¿cuándo vendrás
nuevamente Lisa?
-cuando tú
quieras
-oh… eso abre
muchas posibilidades…
- ah sí? ¿Cómo cuáles?
-mi auto es
veloz
-¿qué insinúas?
-que no tienes
que irte ahora, te llevaría a tus estudios y luego podría pasar por ti en la
noche después de tu turno
Propuesta más
tentadora no pudo hacerme, ¿qué hago?
Perdonen la tardanza... pero los deberes universitarios me dejan poco espacio para escribir, además que también debo respetar el tiempo de la inspiración y escribir solo cuando las escenas llegan a mi mente... y eso en ocasiones tarda mucho... pero bueno, aquí está el capítulo 11, espero les guste.
ResponderEliminarFeliz noche
Por fin!!!!! Pensé me ibas a dejar con ganas de leer más.
ResponderEliminarGracias!!!
jajaja... paciencia... yo también quiero llevar la historia hasta su término, solo que el ritmo de creación-redacción no es el más rápido en mi caso.
EliminarGracias por comentar!!
Leido!!! ... ahora... las paisas son exageradas???
ResponderEliminar;)
jajajajajajaja si, un poquito no más ;)
Eliminar