Me condujo por
otro sendero, este sí tenía un pequeño puente que pasaba por la quebrada, este
camino era más corto, pero no menos hermoso a su alrededor, a pesar de la
penumbra. En pocos minutos estábamos de vuelta al jardín donde se unía al sendero
inicial, no había visto esa bifurcación que estaba perfectamente camuflada por
un par de helechos a escasos tres metros del inicio.
Entramos al pasillo y seguimos por la puerta en la que había visto entrar a Zafiro anteriormente, ésta daba a un espacioso corredor que terminaba en un amplio círculo en cuyo centro había una mesa, también circular delicadamente adornada con un mantel blanco y un bello ramito de rosas amarillas como centro de mesa, servilletas de tela y vajilla francesa de estilo rococó. A un lado estaba la mesa del servicio, con fuentes de plata cuidadosamente tapadas, la pared semicircular que daba al corredor por el que entramos estaba adornada con un único bodegón de Caravaggio, su célebre bandeja de frutas, en un marco laboriosamente tallado en madera, muy antiguo; tuve la impresión de que estaba ante un Caravaggio original, o si no frente a una copia de excelente calidad. Cerrando el círculo estaba un espacioso ventanal del piso al techo, con puerta corrediza de cristal que daba a un pequeño balcón también semicircular, con una balaustrada de madera rústica.
La puerta abierta dejaba entrar el aire frío de la noche y el exquisito perfume de las flores exóticas del jardín.
El bodegón me atrajo como un imán, me acerqué para observarlo más detalladamente, aquella obra maestra me fascinó, y no pude reprimir por más tiempo la pregunta
-¿es una copia del Caravaggio?
-No, es el
original, la copia está en el museo
Aquella respuesta me estremeció, ni en mis sueños más locos había llegado a pensar que pudiese ver un Caravaggio en persona, y mucho menos sin salir del país. Zafiro se puso a mi lado observándome con la misma intensidad con que yo miraba el cuadro. Su cercanía y su aroma me hicieron recobrar la compostura
-Zafiro, tu casa es hermosa, todo aquí guarda una armonía tan perfecta, gracias una vez más por traerme aquí
-me alegra que
sea de tu agrado, ven, siéntate a la mesa
Me presentó la silla y atrajo la mesa del servicio, luego se sentó frente a mí. Yo no dejaba de observarla, y de percatarme que cada gesto suyo, cada palabra, cada toque de sus manos iba despertando sensaciones que creía dormidas, como el cosquilleo que estaba sintiendo en mi vientre, como el súbito calor que subía hasta mi rostro, como la sudoración incontrolable de mis manos y el nudo en mi garganta que me hacía tartamudear o hablar en susurros. Ella solo estaba siendo amable en exceso conmigo, yo ya poseía problemas con mis hormonas, y sin embargo su presencia también me infundía un respeto sobrecogedor.
Al sentarse noté cómo se despojó de la formalidad y adoptó una mirada mucho más íntima, diría que familiar, su alegría era tan palpable que me abrumó
-hace muchísimo tiempo desde la última vez que me senté a la mesa en compañía de una persona
-entonces es un
honor para mí
Sirvió dos copas de vino, me presentó una y dijo muy sonriente
-brindemos, por esta cena, por tu compañía
-y por mi
cerebro, de no ser por él no estaría aquí
-¡por tu
cerebro!
En seguida quitó la tapa de la bandeja principal, el delicioso aroma que llegó a mi nariz me hizo salivar inmediatamente, así como un rugido sonoro de mi estómago me avergonzó notablemente, al escucharlo Zafiro se echó a reír con tanta gracia, que reí con ella, tomó mi plato y me sirvió, luego sirvió el suyo
-adelante, que tu estómago está impaciente
-no creo que
sea un estómago, más parece un león
De nuevo risas, y así comenzamos a cenar, era un plato sencillo pero delicioso, grandes canelones rellenos de verduras y setas, no eran mis conocidos y adorados champiñones, no, eran otro tipo de setas que jamás había probado, pero de un sabor único, al primer bocado involuntariamente se me escapó un gemido de placer por la explosión de sabor que tenía en mi boca
-¡Oh por Dios Zafiro! Esto es delicioso
-es mi nueva
receta
-está
magnífica, tienes un don culinario único
-¡gracias!
-te mereces un
premio nobel, no soy vegetariana, pero a partir de este momento lo
reconsideraré, y sobre todo si viene de tus manos…
-qué bueno
escuchar eso, ya que tus hábitos alimenticios no son muy saludables que digamos
-¡qué! ¿Has
espiado mi cocina?
-recuerda que
estuve siguiéndote durante un mes, así que pude darme cuenta de tus
preferencias alimenticias
-bueno, yo no
soy un genio de la cocina como tú, de hecho detesto cocinar
-yo lo hago
solo por placer
-¡si que se
nota!
-de hecho esa
es otra de mis características, no necesito comer, pero lo hago con cierta
regularidad, única y exclusivamente por placer
-¿no necesitas
comer? ¿y entonces de qué vives?
-las células de
mi piel son fotosintéticas, toda la energía que necesito la recibo del sol, los
alimentos que ingiero, como éstos, no me aportan nada, solo el placer del
gusto, pero nada más. Y en los días de tormentas recibo mi postre, los rayos
son verdaderamente energizantes
-¿los rayos?
-si, en los
días lluviosos los rayos me buscan, al caer sobre mí me sobrecargan de energía,
cuando eso sucede puedo durar sin salir al sol por varios meses, pero aun así,
la luz solar es otro de los placeres a los que no suelo negarme por muchos
rayos que reciba.
-¡Wau! Eso si
que es sorprendente, creo que tengo otra teoría para ti
-¿ah si? ¿cuál
es?
-eres
extraterrestre, eso lo explica todo
-jajajajajajaja…
me gusta esa nueva teoría
-así que lo
admites ¿de qué planeta vienes?
-um… a ver,
¿Saturno está muy cerca?... ¿o me prefieres de
-de otra
galaxia tal vez, en Saturno por lo que tengo entendido no hay más que gas
-eso tú no lo
sabes
-jajajaja así
que eres alienígena!
-lamento
decepcionarte, pero soy tan terrícola como tú
-¡chanfle! ya
comenzaba a ponerse emocionante
-¿y ahora no?
-oh no, contigo
no acabo de asombrarme, eres toda una caja de sorpresas
-y tú eres
divertida
-¿te parece? No
creo, he sido muy grosera contigo
-eres
espontánea, y eso es algo que valoro mucho
-oye… eso de
los rayos me recuerda una película que vi en mi adolescencia, salió en los años
noventa, era sobre un chico que tenía poderes y también atraía los rayos, pero
era totalmente lampiño y albino
-si, se llama
“pura energía” salió en 1995
-así que la
viste
-claro que la
vi, y no dejó de sorprenderme las muchas similitudes entre el protagonista y yo
-¿qué
similitudes?
-lo de los
rayos es una, pero a mi no me destruyen sino que me nutren, también soy albina
de nacimiento, lo del magnetismo, y la actividad neuronal que hacen ilimitada
la capacidad de memoria… y el rechazo social
-no eres
albina, eso hasta un ciego lo vería
-lo que tú ves
es maquillaje, cierto es que ya no soy totalmente blanca, pero sí nací albina
-al menos tu
cabello sería blanco, y lo tienes negro
-no es negro,
así como mi piel no es bronceada, el único color real que ves en mí es el de
mis ojos. Mi piel es de un color verde aguamarina y mi cabello es una variedad
del violeta muy cercano al azul
-¿por qué no te
dejas ver tal como eres?
-para no llamar
la atención, suficiente tengo con mi cerco de terror
-en eso tienes
razón, los humanos ponemos problemas por todo, si es negro, amarillo, mestizo,
blanco, rico, pobre, feo, bonito, religioso, ateo, homosexual, hetero, en fin,
la lista sigue, somos expertos en discriminación, eso si que es decepcionante
-ahora
imagínate que vieran una mujer azul caminando por ahí
-bueno, pero si
dices que no tienes vida social, por qué una casa tan grande como ésta, tan
cuidada en espacios comunitarios como la sala, este comedor… ¿todo esto no refuerza
más tu soledad?
-no tengo un
contacto personal así como el que puedo tener contigo en estos momentos, pero
sí tengo vida social, olvidas que estamos en la época de la tecnología y las
redes sociales, no estoy del todo aislada, pero sí extraño demasiado el
contacto humano, el mundo virtual es un buen sustituto, pero no es suficiente…
Las nuevas generaciones usan la tecnología para aislarse, se abstraen tanto en
el mundo virtual que se olvidan de fortalecer los lazos afectivos con quienes
conviven, crean relaciones con mucha gente a la que no pueden conocer en
persona y se olvidan de los que tienen al lado, mientras que yo uso la
tecnología para sentirme parte de la humanidad, para crear lazos, y daría toda
mi fortuna por poder establecer contacto real con las personas.
-si, que
irónico… así que eres como una especie de friky
-jajaja… más
que eso, internet es mi casa, me siento allí como la araña en su red
-¡wau!... ¡Mis
respetos, diosa de la red!
-jajajajaja…
ahora soy una diosa, voy progresando
-si, si, ya voy
conociéndote un poco más, así se me irán ocurriendo nuevas teorías
-será
interesante ver lo que se te ocurre
-jajajajajaja,
sí que gozas conmigo!...
-me alegra
haberte encontrado
-y yo me legro
de aceptar tu invitación a cenar, ha sido lo más delicioso que he probado en mi
vida
-exageras
-no, hablo en
serio
-ahora viene el
postre
-¿hay postre?
-claro, si
puedes con él
-¿Que si puedo?
Siempre hay espacio para el postre
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